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lunes, 6 de diciembre de 2010

Elvia, un ultimo bastión de los Arango

Por: Bernardo Mejía Arango

"La tranquilidad de todos es que vivió lo que tenia que vivir y se fue tranquila" es una frase contenida en un mensaje que llegó a mi correo electrónico luego del fallecimiento del Elvia, mi mamá, nuestra mamá como se diría en España por que allá, cuando uno de los hijos se refiere a la mamá, lo hace en plural como si fuera una invocación de todos los hermanos.

Elvia nació en una época en que la tecnología no había invadido la vida de las personas. Nosotros, sus hijos, al menos los mayores, vivimos también esa época ausente de tecnología al menos en el grado en el que se vive actualmente y que ha hecho de la vida de la gente, algo impersonal y frío.

En el pueblo donde vivimos en los años en que yo estaba en la escuela primaria, después de migrar del campo a la ciudad, solo había un televisor, la programación comenzaba hacia las cinco de la tarde y terminaba hacia las 9 de la noche, la televisión era en blanco y negro y corría el año de 1958. Recuerdo el "Telecirco Colombina" y "El mundo al Vuelo" como los programas que nos dejaban ver en la casa de los Llano, los únicos que tenían televisión en el pueblo.

Los niños pobres, los hijos de los desplazados de la violencia de los años 50, no teníamos televisión; así de simple, era una vida igualmente rica porque la ausencia de lo que era tecnología en aquella época, nos permitía compartir con los muchachos de la cuadra los juegos "manuales" por así decirlo, en el sentido de que no dependían de un aparato electrónico; ni siquiera este término se conocía en aquel entonces. Igual los niños y niñas cantábamos y jugábamos en las rondas infantiles. Juegos y rondas fueron desapareciendo paulatinamente a la par que aparecía la tecnología y los juegos por ella generados. Los cuidados de nuestros padres hacia nosotros, no estaban enfocados hacia la droga, apenas si existía la mariguana.

No había dos jornadas escolares, se estudiaba todo el día, no había computadores, ni siquiera se habían inventado las calculadoras, no se hablaba del genoma humano, ni siquiera para la ciencia ficción, cosa que no existía; lo que emocionaba a los muchachos eran las películas de vaqueros o de pistoleros o las de los héroes de la historia y la mitología grecoromana pues por aquel entonces se iniciaban las grandes producciones de este género en el Hollywood de la época: Ursus, Maciste, Espartaco, Sansón y muchos otros, no se conocen en el mundo de la electrónica en el que viven inmersos nuestros hijos, mundo donde predominan seres androides mitad o un poco mas es máquina y el resto ser humano, por no decir que todo máquina.

De esta forma, los cuidados de la mamá eran en cierta forma más cosa de amor y fuerza por la gran cantidad de trabajo, que partían desde concebir y parir un hijo por año; trabajo físico para cocinar, lavar, planchar y atender en general una casa para tanto muchacho; en nuestro hogar fuimos 12 y nos criamos 10. Empleada no había, no había dinero para pagarla.

Entonces los juegos se hacían a base del trompo, de las bolas de cristal con las que jugábamos a los "cinco hoyos" o al "hoyo seco" y cuando no había para comprar bolas de cristal, estripabamos las tapas de cerveza o gaseosa, con una piedra, con un martillo o las poníamos ligeramente abiertas en la carrilera para que el tren las dejara bien estripadas.

Había juegos infantiles como la "lleva", el "cogido" o "la libertad", juegos que además de la entretención, nos permitian en cierta forma hacer mucho ejercicio aeróbico pues en todos ellos había que correr y la ropa primero pagaba las consecuencias, luego nuestras nalgas gracias a las "pelas" o juetazos que nos ganabamos por llegar a la casa con la ropa rota por causa del juego. Por cierto, nadie se ha traumatizado por eso; igual no existían las comisarías de familia para que los hijos acusaran a los padres por reprenderlos como sucede hoy en día.

No había suficiente dinero para reemplazar tanta ropa rota por causa de los juegos infantiles, no obstante que la ropa y los zapatos "de marca" no existían o por lo menos uno no se preocupaba por eso. Lo importante era estar con la ropa limpia, lo demás no era importante; no todos tenían para comparar zapatos y a la escuela muchos iban descalzos. En las escuelas públicas no se usaban uniformes, por lo menos en las de varones, eso vino mucho después.

Las vivencias de Elvia, nuestra mamá, desde su matrimonio siempre estuvieron ligadas a la inseguridad del campo hasta una tarde cualquiera de comienzos de ese año de 1958, cuando estaba haciendo un dulce a base de leche en un fogón de leña en el patio de la casita donde vivíamos en un Barragán, un pueblo ubicado en la parte alta de la cordillera del municipio de Tuluá, cuando llegó mi papá y dijo "Nos vamos ya de aquí".

Atrás quedaba su trabajo como fontanero y encargado de manejar una planta eléctrica Lister con la que se daba iluminación una pocas horas al caserío. Nuestro papá había estudiado por correspondencia en la "Hemphill School" de los Estados Unidos. La planta se prendía cuando se hacía escasa la luz de día, se entraba a oscuras hasta el sitio donde estaba ubicada o con la ayuda de la luz de una vela.Tengo vivo el recuerdo de haber tropezado a la débil luz de la esperma, con un cadáver sin cabeza de un campesino, dejado en la casa donde funcionaba la planta eléctrica por los soldados quienes lo habían recogido.

Arturo nuestro papá, había contratado un camión cuyo chofer lo había dejado en la callecita en frente de la casa y comenzamos a subir los "corotos" sin haber empacado nada. Nuestro viejo, que para aquella época no era tan viejo pues había nacido en marzo de 1921, estaba literalamente "mamado" de la violencia partidista de aquella década de recordación ingrata, sobretodo para el campo. No sabíamos donde iríamos a llegar en Tuluá; por lo pronto, terminamos acogidos en la casa del tío Octavio, hermano de nuestra mamá, en las afueras del pueblo, mientras nuestro papá se iba a conseguir trabajo en el ingenio Riopaila. En aquella época de tecnología poco desarrollada, la fuerza bruta propia de un campesino, era suficiente para conseguir "coloca" como se decía en aquella época.

En mis recuerdos de niño en aquel pueblo de Barragán, que fuese tierra de promisión para los paisas colonizadores y pobladores inmigrantes del Viejo Caldas y de Antioquia, existen imágenes de campesinos masacrados como los que mis primos, mis hermanos y yo veiamos desde la cocina de un segundo piso en una casa esquinera ocupada por un batallón en la parte baja; uno de mis tíos, su propietario, se la había alquilado al gobierno; no era poco común la macabra escena campesinos en ropa interior o desnudos, muertos a machetazos.

En mis recuerdos de niño está la imagen animada de 14 mulas entrando al pueblo por el costado sur en una tarde lluviosa, cada una con un cadaver en su lomo, boca abajo; de todos los muertos recuerdo a una mujer cuyo cabellera llegaba hasta el fango del piso y al vaivén de sucuerpo al paso de la mula, el cabello de la mujer ondulaba igualmente sobre el barro.

Detrás de todas estas vivencias estaba lógicamente nuestra mamá. Al lado de estas vivencias, las de mi papá tuvieron que ser mucho mayores como para haber tomado aquella decisión de alejarse de la vida del campo, y así fué.

De esta manera, Elvia, nuestra mamá, se desligaba de la vida de campesina trasegante detrás de su marido, quien había heredado de mi abuelo Bernardo mucho de su espíritu poblador, colonizador y en cierta manera nómada, siempre buscando una vida mejor para él y su familia. Y se desligó despues de haber acompañado a mi papá y al abuelo Bernardo en su proceso de abrir fincas y construir casas y luevo venderlas para ir a otro lado: abrió fincas en Riobravo (Calima), Restrepo, Barragán (En el Valle del Cauca) y Herrera (En el Tolima). De pronto en su memoria genética tenía el espíritu colonizador y poblador de sus ancestros paisas, así vivió.

Y es que las generaciones actuales no conocieron esto y por tanto no tienen porqué entenderlo: la vida era dura pero sencilla; poca tecnología, principios religiosos, costumbres sanas, educación estricta, respeto por la palabra empeñada, respeto por los mayores y el infundir en los hijos valores, eran el marco de referencia, de una vida sencilla, sencilla y sana en medio de una violencia partidista.

En los funerales de mi mamá leí la crónica "Elvia" que escribió Cecilia Arango Mejía, su sobrina pero igual y en cierta forma su hermana menor y que se encuentra publicada en este blog, "Los Mejía Arango y Arango Mejía".

Desde que Cecilia escribió la crónica, siempre supe que la leería en el funeral de mi mamá, tarea ingrata que me había propuesto cuando fuera la Misa de su fuenral, que finalmente fue en la Catedral de Buga el pasado 23 de noviembre; la iglesia estaba llena desde el atrio hasta el altar. Los cantos durante la santa Misa estuvieron a cargo de Francesco a quien se le pidió que evitara cantos lastimeros, y así lo hizo. Estuve sereno, completamente calmado, era un homenaje a nuestra mamá, quien fuera en cierta forma la hermana mayor de los hijos e hijas de Luis Abel Arango Gómez (Su hermano mayor) y Ana Rita Mejía Arango (Quien fuera su cuñada). De igual manera era un homenaje a ella como abuela, como bisabuela, como tía; el último bastión los Arango en nuestra línea familiar, era el séptimo de doce hijos del segundo matrimonio de nuestro abuelo Jesús María, de 25 hijos que completó en los dos matrimonios.

Inicié explicando en forma breve, que Elvia era la última de la generación 12 de nuestra linea familiar, desde que don Domingo Antonio de Arango y Valdés trajo el apellido a Colombia, allá por los comienzos del siglo XVII (1600 y algo) y que como un homenaje leería la crónica, que mucha gente no conocía.

Nuestra mamá fue criada luego de la muerte de la abuela Delfina, primero por mis abuelos Cecilia Arango Jaramillo y Bernardo Mejía Restrepo y luego por Ana Rita y Luis Abel, como dice la crónica; Elvia tenía un poco mas de 8 años cuando murió su madre, mi abuela Delfina. La crónica concluye con el felíz matrimonio entre Arturo y Elvia, nuestros padres.

Al final de la lectura, la gente que asistió a la Misa estaba tan entretenida con la historia, que ya no se oyeron mas sollozos. Se había entendido que la vida de nuestra mamá había formado parte de un plan de Dios, como integrante que ella era de una familia, de un apellido que viene desde el pasado y que migra hacia el futuro, a través de ellos y luego de nosotros y luego de nuestros hijos y de los hijos de ellos hasta el final de los tiempos.

La historia, que es un resumen del surgimiento de las dos familias de mi abuelo Jesús María, de la forma como se desbarataron (con la muerte de su primera esposa y luego de la segunda), sus dos matrimonios y luego con la forma como Luis Abel las reunificó, con el desenlace final: haber conseguido una novia (La tía Ana Rita) en el proceso de visitar al primo de su padre (Mi abuelo Bernardo) y de haberle dejado confiado a él y a su esposa el cuidado de Elvia, la menor de sus hermanas, y haberse casado finalmente con la tía Ana Rita, quien pasaría a ser una madre sustituta para los hermanos Arango Gómez (Arango mayores) y Arango Duque (Arango menores), los hijos de los dos matrimonios del abuelo Jesús María.

Al finalizar la lectura, di dos agradecimientos:

Dí el agradecimiento póstumo a Luis Abel y Ana Rita por haber terminado de criar a nuestra mamá y haberle infundido todos los valores que la acompañaran hasta el final de sus días, valores con los que vivió su vida y valores con los que nos cuidó y educó, valores que al final prevalecieron sobre todas las tendencias rebeldes y locas propias de la niñez ,de la adolescencia y aún de la edad madura.

Igual di los agradecimientos a Tulio Sanclemente y a Alba mi hermana, por haberla acogido en su casa, que aunque físicamente era la mía, era el hogar de ellos dos; que aunque siempre los hijos de Elvia hicimos un aporte económico, el amor y la dedicación con que la atendieron mi hermana y su esposo fueron mucho mas importantes que cualquier cosa. Allí llegamos siempre los otros hijos para estar con ella, para cuidarla y darle nuestros mimos y caricias. Nunca vi un gesto desagradable ni un reproche por parte de ellos por cuidar a la viejita, quien estuvo muy lucida hasta la noche anterior de su fallecimiento.

La lectura de la crónica dio fin a la ceremonia fúnebre que terminó en aplausos y ya no dolió tanto; habíamos cumplido nuestro objetivo de honrar a nuestros mayores, a quienes nos dieron sus raíces, nos mostraron el camino y nos brindaron alas, a través de nuestra mamá, el último bastión de los Arango en nuestra línea familiar, de una generación de colonizadores, de pobladores, de guerreros, de luchadores, de quienes hicieron surgir un país, quienes muchas veces se arruinaron en medio de los conflictos sociales e igualmente volvieron a surgir de en medio de las cenizas.

Es allí donde nosotros quedamos para dar testimonio de ello y que no es como para decir: "Vivió lo que tenía que vivir y se fue tranquila", la vida de nuestra mamá, fué más que lo que encierra esa frase.

domingo, 21 de noviembre de 2010

Los Arango, una raza de pobladores. Tenerife, una tierra de oportunidades



Por: Bernardo Mejía Arango
Colaboración especial: María Esperanza Arango Gómez

Un delicioso café preparado por Nelly Gómez Arango y una conversación como siempre entretenida y amable con ella y con su hermano Fabio, hijos de la tía abuela Carmen Teresa, hacen parte de las tertulias vespertinas que se han vuelto usuales varías veces al mes; en ellas departimos jocosa y alegremente sobre temas de familia. Estas tertulias han sido muchas veces el punto de partida para iniciar los contactos con los familiares de Palmira, para obtener la información necesaria para la obra de genealogía de nuestras familias Arango y Mejía, proyecto en el que he venido trabajando desde hace diez años y del que ya hay un libro todavía inédito.

Con los Arango Gómez, hijos de la tía abuela Teresa, nos unen además lazos de parentesco por ser ellos y nosotros descendientes de los hermanos Sara y Valentín Mejía Toro respectivamente. Sara, la abuela de ellos es mi bisabuela materna y Valentín su hermano, mi bisabuelo paterno. Igual llevamos la sangre Arango y Mejía.

En la noche lluviosa del 18 de noviembre de 2010, Fabio me mostraba en una de esas tertulias, un inventario juiciosamente elaborado por él, de las fincas y sus propietarios y de las casa y los habitantes de ellas y existentes, allá por el año de 1936, en Tenerife, actualmente el principal corregimiento del Municipio del Cerrito, enclavado en las faldas de la cordillera central a 52 kilómetros de la cabecera municipal.

En la cuenca hidrográfica del río Amaime, conformada por pequeños valles y planicies entre los cuales serpentea la subcuenca del río Coronado, se encuentra la región de Chinche en la cual a su vez se encuentra Tenerife, principal corregimiento del municipio el Cerrito.

Allí en Tenerife, la primera despensa hortícola del Valle del Cauca, viven actualmente 300 familias dedicadas a la agricultura y a la ganadería; su fundador don Ramón Elías Agudelo Hincapié había llegado a la región entre 1906 y 1910, pero de acuerdo con el inventario de Fabio, hacia 1936 había 25 propietarios de fincas y 36 dueños de casas. Desde ese año y desde muchos años atrás, encontramos en ambos listados nombres de personas de la familia Arango y de familias muy próximas a los Arango, ya por vínculos familiares, ya por otros lazos como el de la amistad y el de ser compañeros de una migración desde tierras de Antioquia y el antiguo Caldas.

En esos listados encontramos a Pedro María y Joaquín Arango Mejía, Francisco Gómez Escobar (Esposo de la tía abuela Carmen Teresa Arango Mejía), Luis Elías Gómez, Jesús Gómez, Efrén Arango, Ester Escobar, Amalia Arango, Domingo Arango, Elías Escobar y muchos más de una larga lista de apellidos de asonancia principalmente paisa.

La misma noche lluviosa del 18 de noviembre, estuve en casa de Otoniel Arango Gómez, con quien pocos años atrás había sostenido una conversación acerca de la genealogía de familia Arango Mejía, los descendientes de don Joaquín Arango Gómez y doña Sara Mejía Toro, sus abuelos. Otoniel ya no está, pero vivió lo suficiente para conocer la obra de María Esperanza, su hija, quien elaboró y le dedicó a su padre con motivo de los 50 años de su matrimonio, una bella obra sobre la genealogía de sus padres Otoniel Arango Gómez y María del Rosario Gómez Velásquez.

En esta oportunidad, María Esperanza me contó de su motivación por la obra de genealogía. En ella se cuenta textualmente, cómo o mejor dicho porqué llegaron las paisas a Palmira y por ende a Tenerife, en el valle del Cauca:

“Los paisas llegaron al Valle a cambiar mercancías por ganado. Palmira era el eje económico, aquí se vendía la producción de las haciendas del antiguo Cabildo de Cali, que cubría el río Cauca, el Bolo, el Amaime y el Nima. Los paisas con su instinto de negociantes “olieron” estas oportunidades y establecieron contactos, vinieron a conocer y se quedaron para establecerse definitivamente es estas tierras”.

Cuando en 1924 nació Elvia, mi madre, el abuelo Jesús María llevaba algún tiempo en Barragán. Hacia 1922 llegaron Luis Abel y José Jesús, y así se inició el éxodo de Arangos desde Caldas hacia el valle del Cauca. Pedro María, su hermano muy querido de mi abuelo, llegó después y se instaló primero en Barragán; esta fue la oportunidad para que Alvaro Arango Escobar y Ana julia Arango Duque se conocieran y se casaran. Pedro María se iría después a Tenerife con su familia.

“En el caso de Otoniel – continúa la narración de María Esperanza- fue en enero de 1936 cuando en su tierra la presión del grupo político contrario se hizo inaguantable y decidió venirse al Valle del Cauca y específicamente a Tenerife, tierra ya conocida por su padre don Joaquín Arango Mejía y explorada por su tío don Pedro Arango Mejía. Llegaron a establecerse en el cañón de Chinche comprando propiedades en lo que hoy día son las fincas La Cumbre y Tesorito”.

“Joaquín Arango Mejía, su esposa Carmen Emilia Gómez Gómez y sus hijos habían llegado al Valle de Cauca en tren, con sus mulas, demás animales y equipajes. Se establecieron primero en Moravia. Don Joaquín tenía dos opciones: comprar unos terrenos en la ciudad (que incluían el sitio donde actualmente queda la galería o plaza de mercado) o adquirir propiedades en Tenerife. Don Joaquín se decidió por la segunda opción, entre otras cosas para estar cerca de Pedro María, su hermano del alma”, dice el relato de María esperanza.

Los Arango inmigrantes de la tierras de Antioquia y Caldas, llegaron uno solteros y otros con sus esposas y sus familias. Otoniel conoció a María del Rosario, una dama cuya familia era igualmente de las familias inmigrantes, procedente de las tierras de San Félix en Salamina, con quien se casaría para constituir una familia con seis hijos.

Francisco Gómez Escobar, su esposa la tía abuela Carmen Teresa con sus 7 hijos (Luis Elías, Fabio, Leonidas, Ana, Elvia, Rubelia y Nelly), se habían adelantado en el proceso de inmigración a las tierras altas del Valle del Cauca en Tenerife. Oriundos de Salamina pero procedentes de Manizales, llegaron primero a la finca La Isabela la cual había sido adquirida por Luís Elías Gómez Arango; un año y medio después se irían a vivir a La Palma.

De conformidad con la obra de María Esperanza, el tío abuelo Pedro María Arango Mejía, hermano muy querido de Joaquín y por las mismas razones que ejercía en su natal Salamina el grupo político contrario al de su familia y gracias a su espíritu arriesgado y enérgico, decidió abandonar las tierras del Viejo Caldas y probar suerte en el Valle del Cauca. Su hermano Joaquín le había hablado de lo bello de la región. Fue así como don Pedro María y su esposa Adela Escobar Henao y sus hijos llegaron para establecerse en la región de Tenerife.

Al igual que la región de Barragán en la parte alta del municipio de Tuluá, Tenerife fue una especie de “tierra prometida” para los Arango, una raza de pobladores. Pero ambas regiones tienen una historia anterior a la llegada de nuestros ancestros.

Ramón Elías Agudelo Hincapié, era según una publicación del periódico El Chincheño de Palmira un caldense nacido en 1850, oriundo de Santa Rosa de Osos aunque existe el rumor de que era de Abejorral.

De acuerdo con las investigaciones de María Esperanza Arango Gómez, Ramón Elías Agudelo Hincapié “llegó primero a Buga con su familia, se fue con su único compañero, un perro, con un costal lleno de comida y herramientas, entre ellas una barbera. Subió por las montañas de Costa Rica hasta el páramo de Las Domínguez, pero las tierras en el trayecto no le gustaron, se devolvió y llegó a unas tierras que le llamaron mucho la atención por su belleza y fertilidad e inmediatamente las llamó Tenerife (por la similitud de éstas con las tierras donde él prestó servicio militar)”.

En relación con el nombre Tenerife, dice el periódico El Chincheño en una crónica sobre la fundación de este pequeño poblado, que según la narración de la señora María Auxilia, nieta del fundador: “el nombre Tenerife se debe a que don Ramón Elías prestó servicio militar en una zona de la costa Atlántica por los lados del Magdalena, en un pueblito llamado Tenerife y sí se llamó también la guarnición militar con la que prestó su servicio militar”, de acuerdo con la crónica, la topografía de Tenerife en El Magdalena se le pareció mucho a la topografía de la región de Tenerife en las tierras altas de la cordillera en el valle del Cauca.

Continúa la narración de María Esperanza Arango en su investigación genealógica: “Se fue caminando a orillas del río Coronado, hasta que encontró lo que hoy conocemos como Aují, que ya había sido conquistado por María Luisa de La Espada. Este sitio ya estaba habitado; decidió ir por su familia, entonces salió por el otro lado del río, llegó a Santa Elena y luego a Buga, su familia se había quedado en Aují”.

“Ramón Elías siguió de nuevo para Tenerife, solo con su perro; estuvo varios meses en los cuales visitaba a su familia de vez en cuando. En uno de esos trayectos tuvo un accidente: un árbol cayó encima de su pierna derecha presionándola, quedando inmovilizado por completo y su pierna sangrando. Su único recurso para sobrevivir era que su perro llevara una nota y sangre en un pañuelo, y así lo hizo”

“El perro fiel a su amo no lo quería abandonar, pero Ramón Elías le pegó hasta que el perro se fue; en la nota relataba lo sucedido y recalcaba que si en dos días no llegaban a rescatarlo, él se mataba con la barbera. El perro llegó con la nota y el pañuelo; cuando llegaron a rescatarlo, don Ramón Elías estaba a punto de matarse con la barbera”

“La pierna nunca le sanó, habiéndose diagnosticado que era necesaria la amputación. El decía enfáticamente que si llegaba ese día, prefería morirse, y así fue. Al no tener más opción que amputarla, se murió a los pocos días”. Según la crónica del periódico El Chincheño, don Ramón Elías Agudelo Hincapié, el colonizador de las tierras de Tenerife, murió en 1946.

En la misma crónica del periódico El Chincheño, se afirma, según doña María Auxilia su nieta, que don Ramón Elías llegó a la región de Tenerife por el lado de Guabas, entre los años 1906 y 1910, subiendo por el páramo de Las Domínguez y pasando por lo que es hoy la vereda de Los Andes, hasta llegar a Tenerife. Se estableció primero en el sitio denominado vereda El Moral, posteriormente se radicó en el sitio llamado Punta Larga y por último en la plaza de Tenerife.

Dice en la misma crónica el Chincheño: narra doña María Auxilia nieta del fundador: “El era un hombre alto, rubio, un poco gordito, de ojos cafés, usaba sombrero de paja, mulera o tapapinche y saco de tela, tenía el pié derecho envuelto en una tela, por un accidente que tuvo al cortar un árbol, no usaba zapatos; su esposa se llamaba María Josefa Morales Clavijo quien murió a la edad de 105 años, ella nunca usó zapatos, usaba enaguas y falda hasta los tobillos; tuvo 8 hijos, 4 mujeres y 4 hombres”

Sería muy larga la lista de familias de los Arango que desarrollaron su proyecto de vida en Tenerife, otra de las regiones que fueron la tierra prometida para nuestros ancestros y sus descendientes.

De nuestros tíos abuelos citados en esta crónica, don Pedro María Arango Mejía y sus hermanos Joaquín y Carmen Teresa fueron los pioneros de la familia. Sus descendientes poblaron muchas de las regiones circunvecinas partiendo desde el propio Tenerife, con sus descendientes llegaron nuestros tíos maternos y algunos de los hijos de ellos.

Las hijas del abuelo Jesús María Arango Mejía, las tías Ana Julia y María Rita Arango Duque, se casaron el 30 de julio de 1938 con Álvaro Arango Escobar y Hernando Duque Gómez respectivamente; Álvaro era hijo del tío abuelo Pedro Arango Mejía y Hernando era nieto de la tía abuela María Dolores Arango Mejía. Álvaro y Ana julia se establecieron en Tenerife; ellos y sus descendientes poblaron y habitaron en la región.

Hernando Duque Gómez y María Rita Arango Duque se establecieron en la región en 1958. En el mismo año llegaron el tío Roberto Arango Duque y su esposa Nohemí Velásquez Gallego, sus familias crecieron en El Moral.

Hacia 1964, llegó a las tierras de Tenerife, el tío Ricardo Arango Duque. Ricardo no tuvo descendencia, pero igual buscó allá una oportunidad para su vida y la encontró, amó esa tierra y en ella vivió.

Filiberto “El Mono”, el hijo mayor de Álvaro Arango Escobar y Ana Julia Arango Duque, se casó en 1959 con Graciela Arango Gómez, hija del tío Ramón Arango Duque, se establecieron en El moral. Con motivo de las visitas regulares del tío al hogar de Filiberto y Graciela, le tomó cariño a la región por su vocación de agricultor y se trasladó a ella con su esposa Fabiola Gómez Ramírez, allá por el año de 1966.

Igualmente hacia 1966 llegó al Moral el tío Cristóbal Arango Duque con su esposa Luz Mila Velásquez Gómez y sus hijos todavía pequeños. Cristobal buscaba una oportunidad para el y su familia. La suerte no le había sonreído en otros lares.

Estela Arango Ramírez, hija del tío Jesús María Arango Gómez (Hijo a su vez de Jesús María Arango Mejía), se casó con Sigifredo Arango Escobar, nieto de Pedro María Arango Mejía, se establecieron en Tenerife.

Ofelia Arango Arango, hija de Álvaro y Ana Julia, se casó con Jesús María Arango Mejía, hijo de Luis Abel Arango Gómez y Ana Rita Mejía Arango. El matrimonio se llevó a cabo en marzo de 1969, hacia 1970, se instalaron en El Moral, así, otro descendiente del abuelo Jesús María Arango Mejía vino integrarse en la década del 70 del siglo pasado a la ola de inmigrantes a las tierras anexas al desarrollo de Tenerife. Aproximadamente 40 años después del primer asentamiento de un Arango en Tenerife, continuaban llegando otros Arango, esta vez sus descendientes, buscando un porvenir para ellos, solos o con sus familias.

Y descendientes de otros de nuestros ancestros llegaron a Tenerife y su área de influencia, como corresponde a Teresa Echeverri Arango, hija de la tía abuela Ana Joaquina Arango Mejía; Teresa se casó con Joaquín Gómez Arango, hijo de la Tía abuela María del Carmen Arango Mejía. Muchos seguramente se escapan a estos listados, pero no por no mencionarlos tienen menos mérito como pobladores de Tenerife y sus alrededores.

El cañón donde se encuentra Tenerife, con sus parcelas labrantías abiertas a golpe por la mano de sus colonos, pobladores y habitantes, vio crecer varias generaciones de Arango y de otros apellidos conexos con nuestra familia; esta tierra ha sido testigo de los sueños de muchos, de sus esperanzas, en ella se han sembrado ilusiones y se han recogido sus frutos. En ella muchos disfrutamos de la compañía y el amor que nos dieron nuestros mayores quienes enseñaron a sus hijos a querer la tierra y a respetarla. Allí, a la par que se ha sembrado la tierra, nuestros viejos sembraron en su hijos la semilla de la honradez, de los principios, de los valores, del respeto por el otro y sobretodo del amor a Dios.

Quienes no somos oriundos de Tenerife, igual la disfrutamos en muchas vacaciones del cariño y el amor de nuestras tías y tíos, de nuestros primos y primas, de los demás parientes, de sus amigos y conocidos.

Yo recuerdo la primera vez que fui al Moral de vacaciones: la tarde de mi llegada, la tía Ana Julia estaba arreglando juiciosamente su jardín de geranios y novios en su casa de La Floresta. Como olvidar la taza de esmalte blanca con azúcar o panela raspada y un poco de vino dulce que mi tía Rita me daba en la mañanas para ir al establo a tomar leche caliente, y tantas vivencias buenas con mis tías en La Floresta, la Laguna, Palmichal y otras fincas mas, que como muchacho de crianza en la ciudad no conocía. Yo también conocí a Tenerife, tierra de oportunidades.


domingo, 26 de septiembre de 2010

CUERVOS Y ARANGOS


Por: Bernardo Mejía Arango.

Colaboración especial, conceptos y material bibliográfico remitidos por el Sociólogo Juan Danilo Orozco

El apellido es el nombre de familia con el que se distingue a las personas. Fue en Roma donde surgió el uso del apellido, como una costumbre inicial en la que a la persona se le distinguía por un nombre al cual se le adicionó un "apodo" o "mote" que indicaba una cualidad, una condición física y muchas veces un defecto de una persona. Así, en Roma se comenzó a añadir al nombre de una persona, el de la tribu a la cual pertenecía, es decir el pronomen y el cognomen.

Las familias y por ende los apellidos al igual que los municipios, así como las provincias,condados, estados, comunidades y naciones, cuentan con blasones o armas heráldicas que los distinguen. Esto es lo que se llama heráldica cívica. Los escudos cumplen la misión de mostrar, con figuras y atributos determinados, lo que se tiene por personalidad diferenciada de las entidades geográficas respectivas.


De acuerdo con Francisco Piferrer en el tomo VI de su obra "Nobiliario de Reinos y Señorías de España" la palabra blasón es de origen oriental, ya el pueblo de Israel utilizaba por símbolo el Arca de la Alianza y por divisa o grito de guerra el sagrado y venerado nombre de Jehová.


Corvo, es en asturiano Curvo, el apellido de don Pelayo, ancestro de los Arango de Asturias.


Pravía es un municipio del centro de Asturias, en España, el cual desde los tiempos inmemoriales, se asocia con los cuervos, concretamente con los seis que aparecen en su escudo, y cuyo origen se remonta a la época de los Corvinos Romanos, ligados con la reconquista de España.


Los siguientes dos párrafos son tomados del blog "La Vuelta al Día de los Arango", de Jesús Arango Fernández:


Arango es un antiguo y noble apellido de Asturias, con casa solar en el concejo de Pravia. Tiene su origen del linaje Cuervo, del cual procede. Tirso de Avilés dice que la villa de Pravia pinta por armas las mismas que la familia de los Cuervo de Arango, que son seis cuervos en campo de plata. Quizás la razón para que el municipio de Pravia adoptase este escudo fue que la Casa de Fernán Cuervo estaba situada cerca de la antigua muralla de Pravia, cayendo a la Plaza antigua de la puerta del Cai, por lo que su escudo se podía ver al entrar en la villa. Esta es una afirmación algo incierta porque lo que si se sabe con fundamentos históricos es que el escudo de armas de los Curvo, que es lo mismo que los Cuervo, y por ende de los Arango, tiene origen en los Corvinos romanos y las razones históricas que los llevaron a fundar la Falvium Avia (Hoy Pravia) en la Asturias actual y luego a Cántabos y Asturianos con su duque Herdo (De origen nórdico) a pelear en las guerras púnicas llevadas a cabo entre Roma y Cartago.


De acuerdo con Heráldica Cívica, (http://www.heraldicabc.com/heraldica_municipal,html), los romanos tuvieron como blasón primero una loba, luego un cuervo y finalmente un águila. El cuervo era muy seguramente el mismo del blasón de los Corvinos romanos, el mismo de Marco Valerio Messala Corvino.


Tanto en una de las guerras púnicas, como en la guerra de la reconquista española, hay pasajes que describen a los cuervos interviniendo en batallas a favor de los Corvinos (Los actuales Arango).


El escudo de Pravia es descrito por el que fue cronista oficial de la villa, Manuel López de la Torre, de la forma siguiente: “En campo de plata seis cuervos de sable, pasantes hacia la diestra, tres y tres, puestos en dos palos. Lo remata una corona real, que simboliza el periodo de la Reconquista durante el cual fue Pravia corte de la Monarquía asturiana (774-791)”. Es también el mismo que pintan los Cuervo y los Cuervo Arango, como afirma Tirso de Avilés:


“En un escudo vi puestos

seis cuervos muy alabados,

en albo campo pintados,

y dicen que fueron éstos,

a Arango por armas dados.

Las mismas armas que dieron

de Pravia a esta noble gente;

su antigüedad es patente;

y siempre muy nobles fueron,

y en Asturias al presente

vienen del solar de Arango”.

En el trabajo de Francisco Sarandeses Pérez (1902-1982) quien escribió la obra “Herálica de los apellidos asturianos”, se describe literalmente el termino Arango como sigue: “De Pravia. Procede de los Cuervo, Señores del Valle de Arango, que se apellidaron después Cuervo-Arango o Cuervo de Arango, pero todos usan las mismas armas que estudiaremos con más detalle en el apellido Cuervo. De plata, con seis cuervos de sable, en dos palos".


El apellido Corvo aparece en el "Dizionario stórico-blasónico delle famiglie nobili e notabili italiane estinte e fiorenti", de Gofredo di Crollalanza, que recoge las historias y escudos de más de 18.000 apellidos italianos y de otras procedencias, pero arraigados en Italia, entre ellos, la historia, heráldica y escudo o escudos del apellido Corvo. Se basa en la ciencia heráldica, genealógica, caballeresca y nobiliaria que el autor ha adquirido con la fundación de la Academia Heráldica Italiana y la publicación del periódico "Giornale araldico-genealógico". Los apellidos, tal como Corvo se registran en orden alfabético. El apellido Corvo es un cognomen Italiano, proviene de la región de Genova. Su genitor fue Marco Valerio Messala Corvo, el general romano, quien era hijo del senador y cónsul Marco Valerio Mesala Rufo.


A pesar de que el cuervo pueda aparecer algo tétrico, no lo es. Además estas aves han terminado siendo muy queridas por los pravianos. Según cuenta la leyenda, fueron muy importantes para un guerrero de la Villa de nombre Pelayo Curvo, quien luchaba en la reconquista española de manos de los árabes. Hubo un momento en que dudaba si entrar o no en batalla contra un ejército enemigo, superior en número y bien armado, que le espera al otro lado de un río. De repente se le presentaron seis cuervos que no cesaban de revolotear. El praviano lo interpretó como un signo de mal agüero para el enemigo. Supuso que estarían hambrientos y que si las aves eran capaces de cruzar el río, sus soldados también. Sus presagios se hicieron realidad y al final ganó la batalla. Por ello el rey le premió, otorgándole privilegios de rico-hombre y concediéndole sus mejores tierras, las del valle de Arango y ordenó colocar los cuervos del blasón familiar de este fiero guerrero, en el escudo de armas de Pravia.


Don Fernando Juanes, el Conde de la Limia y padre de don Pelayo Curvo, utilizaba como estandarte en batalla, un Cuervo negro con corona en la cabeza, ¿porqué el símbolo un Cuervo?, la única respuesta: por que era un Corvino


De acuerdo con Luis Alfonso Carvallo, religioso e historiador asturiano en su obra Antigüedades y Cosas Memorables del Principado de Asturias (1695, Historia de las Antigüedades de Asturias, pert, 3, tit, 34, f. 342 y 434), el origen del apellido Cuervo lo deducen las historias de los Corvinos Romanos. La Historia del principado de Asturias dice que habiendo pasado a Italia los valerosos asturianos y cántabros con su duque Herdo, aconteció que un soldado romano interpretó al Cónsul Flaminio, General de la armas de Roma el infausto suceso de el pasar de unos cuervos dando graznidos sobre su ejército que esperaba al de Aníbal en una de las guerras púnicas ocurridas entre Roma y Cartago, se cumplió cuanto el soldado pronosticó, se le concedió para él y su posteridad el cognomen de Corvino, tan ilustre en Asturias.


El Nobiliario de los Reinos y Señoríos de España contiene las armas de la casa de los Corvera, son: escudo de oro y cinco cuervos coronados (Volumen 2 escrito por francisco Piferrer). Contiene un pié de página con la historia de Marco Valerio Corvo cuando se enfrentaba a un gigantesco galo: “Un guerrero galo de tamaño gigantesco desafían combate a cualquiera de los romanos. Este desafío fue aceptado por Valerio después de obtener el consentimiento del cónsul, y al iniciar el combate, un cuervo se posó sobre su casco; y las veces que Valerio atacó al galo, el cuervo se lanzó contra la cara del enemigo, hasta que el bárbaro cayó bajo la espada de Valerio. Una batalla se produjo a continuación en la que los galos fueron totalmente derrotados”.



El cuervo es un ave de gran inteligencia, la cual en muchas mitologías es reverenciada y temida. Las leyendas acerca de este enigmático pájaro se remontan siglos atrás, habiendo sido inmortalizado por su siniestra presencia…

Todo lo relacionado con los cuervos es un tema interesante desde la antropología y la psicología, pues nos metemos en el mundo de los mitos y del simbolismo y es curioso, que los Arango posean el símbolo que siempre mitifican los nórdicos (Conceptualización del Sociólogo Juan Danilo Orozco, comunicación personal).

A lo largo de la historia, el cuervo ha sido juzgado, por un lado, como un pájaro siniestro, precursor del mal y de la muerte; y por el otro es y ha sido criado como mascota por ser un ave simpática e inteligente.

Según refiere una leyenda, el día en que Cicerón fue asesinado, varios cuervos revolotearon sobre su cabeza, e incluso uno de ellos entró en su alcoba y tiró de las mantas que lo cubrían.

El cuervo también es un ser familiar en la mitología griega: el dios Apolo posee un cuervo de plumaje blanco como inseparable compañero, y es uno de estos animales el que denuncia la infidelidad de la ninfa Coronis. En un arrebato de ira, el dios mata a su enamorada y convierte en negras las plumas de su ave. Sin embargo, el cuervo conservó el don de "hablar y predecir el futuro".

HRAFN «cuervo»: era por la influencia de la mitología uno de los animales más estimados en la sociedad nórdica.

El cuervo en la tradición celta simbolizaba la batalla y la muerte. La Diosa Morrigu, "Reina de los Fantasmas" y Señora de la Guerra y la Fertilidad del Clan (es una Diosa con una fuerte connotación sexual), se transformaba a menudo en cuervo, profetizando la muerte en el campo de batalla y posándose en el hombro de los que agonizaban.

El cuervo es símbolo es espíritu audaz y animoso que se arriesga en defensa de sus bienhechores.

En la mitología Nórdica la imagen del dios Odín tiene un cuervo en cada hombro (Hugginn y Muninn), Huginn representa el pensamiento, mientras Muninn es la memoria. Odín enviaba a sus aves a recorrer el mundo para que observen que sucede, el viejo dios temía por la muerte de ambas. Su miedo es el de los ancianos ante la pérdida de la capacidad para pensar y recordar.


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Odín estaba también estrechamente relacionado a los cuervos porque en los mitos nórdicos recibía a los guerreros caídos en batalla, y a su vez, los cuervos estaban relacionados con la muerte y la guerra debido a su predilección por la carroña. Por consiguiente, es probable que fueran considerados como manifestaciones de las valquirias, quienes escogían a los guerreros muertos en batalla para llevarlos junto a Odín. La relación entre los cuervos y las valquirias se debía al hecho de que tanto las diosas como las valquirias solían cambiar de forma y tomar la apariencia de pájaros.

Los vikingos lo tenían como un animal totémico y le reservaban un papel principal en su mitología y en sus emblemas: el estandarte del cuervo.

En la fabula del Rey Arturo, describen que él no murió y se transformó mágicamente en un cuervo.

Para los Arango y los Vikingos, el símbolo es el mismo: El Cuervo. Acerca del cuervo como Símbolo de Los Arango, el Sociólogo Juan Danilo Orozco opina que esa ancestría germánica fue la que llevó a los Arango (Corvinos) a utilizar el Cuervo como su símbolo.

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De acuerdo con Juan Danilo, los símbolos son expresiones profundas de la naturaleza humana, los cuales han estado presentes desde las primeras representaciones rupestres del Paleolítico, pasando por todas las culturas y tiempos, acompañando el desarrollo de la civilización, integrándolos en su arte, sus religiones, sus mitos y rituales. Por ello algunos símbolos constituyen un lenguaje universal, porque sus imágenes y significados se presentan en forma similar y contienen un significado análogo a través de culturas y tiempos.


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La foto del cuervo se encuentra en Guía turística de la ciudad de Londres (Observación de Daniel Prado)

El cuervo simboliza también los cambios que acontecen en nuestra vida, los cuales pueden ser positivos o negativos, pero que nos ayudan a crecer. El cuervo nos habla de guerras y dificultades que hemos de superar, y de las que obtendremos crecimiento interno y espiritual. Pero el cuervo es también aquel que trae mensajes de los Dioses y del Otro Mundo..... si os cruzáis con alguno, poned atención!! Os está avisando.....
(Fuente: http://www.celtiberia.net/verrespuesta.asp?idp=6097#ixzz0uiRoVt00)

En la antigüedad el cuervo era considerado como un mensajero de los dioses, signo de prosperidad y sabiduría, conductor de los ejércitos y capaz de conjurar la mala suerte.

Para el Diccionario Larousse el Cuervo simboliza los atributos de inteligencia, prudencia y memoria. Para los Sármatas era un ave mensajera entre el Mundo de los Vivos y el Mundo de los Espíritus. Para los Vikingos, como se mencionó antes, el cuervo era una de las “encarnaciones” de Odín, Rey de los Dioses.

En la obra inédita "Santafé de Antioquia - Breve monografía" cuyos autores son José Gabriel Baena y Gustavo Vives Mejía, El 4 de diciembre de 1541, el capitán andaluz Jorge Robledo funda la ciudad de Antioquia en el Valle de Ebexico en cercanías del actual municipio de Peque; en 1545 se le concede por cédula real, un escudo de armas, que se resume en un cuervo posado sobre un frondoso árbol. Muy seguramente el cuervo posado en un árbol del primer escudo de armas de Antioquia estaba influenciado por el escudo español asturiano. El escudo fue cambiado después por el actual. (biblioteca-virtual-antioquia.udea.edu.co/pdf/.../counties-jgb-sfa.pdf)

En la torre de Londres que es oficialmente el palacio y fortaleza de su majestad aunque el último gobernante que residió en ella fue Jacobo I quien vivió entre 1566 y 1625, habitan seis cuervos celosamente preservados por el “Ravenmaster”, o “maestro de los cuervos”. No se sabe cómo ni en que momento llegaron a la Torre aunque, según cuenta la leyenda, auguraron a Carlos II que si por algún motivo los cuervos abandonaban la Torre de Londres, tanto la Torre como el imperio Británico se vendrían abajo.

Llama la atención que los cuervos de la leyenda son seis, como son seis los del escudo heráldico Arango, una coincidencia muy interesante si se tiene en cuenta la relación entre romanos y germanos y la consecuente influencia del cuervo en la mitología nórdica. Sin embargo, la torre de Londres sigue en pié y se dice que seguirá estándolo mientras vivan en sus murallas los cuervos celosamente preservados por el “maestro de los cuervos”.