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sábado, 17 de julio de 2010

CORVINOS Y CUERVOS: LOS ARANGO EN LA ROMA IMPERIAL






Por: Bernardo Mejía Arango, con la colaboración de Juan Danilo Orozco
Las fotos de la parte superior corresponden al antiguo palacio Krasiński en Varsovia, actualmente Biblioteca Nacional de Polonia (publicadas en Wilkipedia). Autor: User:MM copy in large size by User:Gustavo Szwedowski de Korwin). Corresponde al desfile triunfal de Marco Valerio Messala Corvino
Figuras en la parte inferior: El blasón corvo: un cuervo negro de patas y pico rojo, sobre fondo amarillo; fuente: Patriziato Subalpino A. Manno, Torino 1.895-1.906, ed online Vivant a cura di A. Scordo
Escudo de armas de Pravía. fuente: http://www.pravia.es/conocepravia/escudo.htm
Detalle del escudo de armas del rey Matías Corvino , relieve en la ciudad se Olomouc, Moldavia (entonces reino de Bohemia) 1479, recordando el tratado de paz allí firmado entre Matías Corvino y Ladislao II.Original by Michal Maňas (User:Snek01) and just a copy in large size by User:Gustavo Szwedowski de Korwin.
Korwin - es un Escudo de Armas de Polonia. Fue utilizado por varios szlachta familias en los tiempos de la Commonwealth polaco-lituano .
Escudo de los Cuervo de Arango: Quintana, caserío donde esta la capilla de San Juan, (siglo XVII). Fuente: Asturias. http://wwwbloggerdasturias.blogspot.com/2009/03/pravia-por-el-valle-de-arango.html

En la obra Asturias Ilustrada, que trata del origen de la nobleza de España se recoge la siguiente información sobre el origen del apellido Arango: “La familia Arango no falta quien la derive -como la de los Cuervo y Prendes, que todas provienen del mismo origen- de los Corvinos Romanos, y de aquel que mereció el renombre de Corvino, por haber interpretado al Cónsul Flaminio el infausto suceso, que predecía el pasar unos cuervos, dando graznidos sobre el ejercito romano, cuando esperaban el de Aníbal, sin que para ello se encuentren más fundamentos que la asonancia del nombre”.

En el contenido de esta crónica se ilustrará sobre el origen del apellido Arango en los Corvinos romanos.

La gens Valeria era un clan de patricios de la antigua Roma, de origen Sabino. Los sabinos son de origen étnico Indoeuropeo, el origen del pueblo sabino es fruto de una colonización Griega. El gran historiador Plutarco considera a los sabinos como una colonia de los espartanos, estos tenían descendencia consanguínea con el pueblo indoeuropeo de los dorios, llamados “astoi” o “ciudadanos”.


Uno de los padres de la gens o clan Valeria fue Valesus Volusos. El prenombre Valesus, por un rotacismo lingüístico del latín arcaico dio origen a Valesius y luego a Valerio.


La familia Valeria (Valerii en Latín) era una de las más influyentes y famosas familias romanas, cuyos miembros, ocuparon 74 veces el cargo de consul. Fueron muy activos políticamente para el reconocimiento de los derechos de los plebeyos , durante el primer período de la república.

Valerii (Los Valerios) tenían su residencia en la colina Velia, en Roma, y gozaban de privilegios extraordinarios, entre ellos el de ser los únicos cuyas puertas se abrían directamente a la calle, en el circo había un asiento especial reservado para ellos. También podían enterrar a sus muertos dentro de las murallas de la ciudad, un privilegio reservado sólo para unas pocas familias.

En la antigua Roma la clase social de los patricios (en latín "patricii") estaba compuesta por descendientes de las treinta curias primitivas, entre ellas los Valerios de origen Sabino (Espartano). Constituían la clase aristocrática, una nobleza de raza. Eran considerados superiores al resto de los habitantes: gozaban de todos los derechos, poseían tierras y eran los llamados a formar parte del ejército romano: la legión. Sólo ellos participaban del gobierno.

En la época del emperador Constantino I el Grande, en el Bajo Imperio, tan solo se tiene constancia de la pervivencia de la Gens Valeria a la cual pertenecía el mismo Constantino. Durante el período de transición de la monarquía a la república, los miembros de la Gens Valeria tenían el privilegio de ejercer los poderes reales, en virtud de su origen Sabino y es la razón por la que pertenecen a los tribunales.

La Gens Valeria tenía el derecho de emitir monedas, sobre el que están grabados con el sobrenombre Acisculus, barbatus, Catulo y Flaco.

Los siguientes personajes son  representantes de la gens Valeria, entre ellos hay varios emperadores. En relación con nuestra genealogía, nos interesan: Marco Valerio Corvo (370 a.C. - 270 a.C.) y Marco Valerio Mesala Corvino (Cónsul, 68 a.C.  -  8 d.C.)


  • Marco Valerio Voluso, cónsul 505 a.C.
  • Publip Valerio Publícola († 503 a.C.), cónsul
  • Lucio Valerio Potito (Cónsul 449 a.C.)
  • Marco Valerio Corvo (h. 370 a.C. – 270 a.C.)
  • Manio Valerio Máximo, cónsul 263 a.C.
  • Marco Valerio Levino (Siglo III a.C.), político y militar.
  • Marco Valerio Mesala (Cónsul, 226 a.C.)
  • Marco Valerio Mesala (Cónsul, 188 a.C.)
  • Marco Valerio Mesala (Cónsul, 161 a.C.)
  • Valerio Máximo (s I a.C. – s I), escritor
  • Valerius Vegetus (Siglo I), senador y cónsul, de familia hispana (su hijo y nieto, del mismo nombre, fueron asimismo senadores y cónsules)
  • Marco Valerio Mesala Niger (Cónsul, 61 a.C)
  • Marco Valerio Mesala Rufo (Cónsul, 53 a.C.)
  • Marco Valerio Masala Corvino (Cónsul,  68 a.C.  - 8 d.C.)
  • Marco Valerio Mesal Mesalino (Cónsul, 3 a.C.)
  • Marco Valerio Mesala Barbatus (Cónsul, 20 d.C.)
  • Marco Valerio Mesala Corvino II (Cónsul, 58 d.C.)
  • Marco Valerio Marcial, poeta
  • Valerio Flaco, poeta
  • Gayo Valerio Cátulo, poeta
  • Valerio Aurelio Claudio Augusto, conocido como CLAUDIO (Emperador),  268 – 270 d.C.
  • Valerio Diocleziano Augusto (DIOCLEZIANO), Emperador,  284 – 305 d.C.
  • Aurelio Valerio MaximianoAugusto (MAXIMIANO), EMPERADO, 286 – 305
  • Galerio  Valerio Maximino Augusto Imp César Augusto (MAXIMINO),  emperador 308 – 313 d.C.
  • Marco Aurelio Valerio Majencio († 312) emperador (Citado habitualmente como Majencio)
  • Valerio Valente († 317), emperador (Citado habitualmente como Valerio)
  • Flavio Valerio Constantino (272-337 d.C.), conocido en la historia como CONSTANTINO I “Il Magnus” (El Grande)

MARCO VALERIO CORVO

En cuanto al nombre de Corvinos, el personaje de la familia Valeria que nos concierne primero, es Marco Valerio. Como tribuno, estaba en 349 a. C. en la guerra contra los galos y en esta ocasión adquirió el sobrenombre de Corvus a causa de una gran batalla contra el enemigo que ganó con ayuda de un cuervo.

El  cónsul Lucio Furio Camilo dirigió la batalla que derrotó a los galos en el distrito de Pomptine, y les obligó a buscar refugio en Apulia. Esta batalla contra los galos es famoso en la historia romana por el combate de Marco Valerio (Corvo), con un galo audaz y presuntuoso. Después de la batalla, Camilo honró la valentía de Valerio con el presente de diez bueyes y una corona de oro.

https://es.wikipedia.org/wiki/Lucio_Furio_Camilo              

Al ser un miembro de la importante casa Valeria, tuvo su primera oportunidad de distinguirse, como consecuencia de servir en el año 349 a. C. como tribuno militar en el ejército del cónsul Lucio Furio Camilo en su campaña contra los galos. Fue en esta guerra, donde obtuvo el sobrenombre de "Corvus", o "Cuervo", según, al igual que otros muchos de los logros de los primeros héroes romanos, una historia mezclada con la fábula.

Un guerrero galo de tamaño gigantesco desafió en combate a cualquiera de los romanos. Este desafío fue aceptado por Valerio después de obtener el consentimiento del cónsul, y al iniciar el combate, un cuervo se posó sobre su casco, y las veces que atacó al galo, el cuervo se lanzó sobre la cara del enemigo, hasta que el bárbaro cayó bajo la espada de Valerio. Una batalla se produjo a continuación, en la que los galos fueron totalmente derrotados. El cónsul le obsequió a Valerio diez bueyes y una corona de oro, y el pueblo agradecido lo eligió, en ausencia, cónsul para el año entrante, cuando sólo tenía veintitrés años de edad.

El episodio del cuervo es relatado por Livio así:

"Un gallo es avanzados de las filas, se distingue por la altura de los brazos y el escudo de la Hasta, un desafío [...] nock a las armas romanas. [...] M. Valerio adolescente militum tribunus armados [...] [...] viene hacia adelante y luego cayó del cielo un cuervo posado en el casco contra el enemigo. El hecho fue interpretado como auspicioso. El cuervo mantuvo su posición y cuando comenzó la lucha, el aumento en las alas tiró con el pico y las garras contra los ojos del enemigo. Batir el gallo, sonrió la victoria a los romanos. ( Livio 7, 26)

Al año siguiente, 348 a. C. , aunque sólo tenía 23 años, fue elegido cónsul (Liv. 7, 26). Nuevamente cónsul en 346 a. C. Cónsul por tercera vez en 343 a. C. (Liv. 7, 32). En 342 fue nombrado dictador.

En 335 , cónsul por cuarta vez. Estaba de vuelta como dictador en 301 a. C. y más tarde cónsul en 300 a. C. En 299 a. C., fue cónsul suffectus, 46 años después de la primera vez ( Cicerón . Cato XVII, 61) y luego a 72 años. Se retiró en el país cultivando su propiedad que murió a los 100 años. ( Cic. : M Cat. 17, 60, Liv. 7, 33).

Corvinus es entonces un Cognomen (Parentesco de consanguinidad entre los descendientes de un tronco común) de la gens Valeria, y es sólo una forma más larga de Corvus, el apellido de Marco Valerio.

MARCO VALERIO MESALA CORVINO

Los Arango descendemos del Gran general y Procónsul Romano Marco Valerio Mesala Corvo (Marcus Valerius Messalla Corvinus) (64 a. C. - 8 d. C.)

Resumen biográfico: Marco Valerio Mesala Corvino (64 a. C. - 8 d. C.) fue un general y político romano además de ser autor y patrón de literatura y arte. Corvino era hijo del senador y cónsul Marco Valerio Mesala Rufo.

La hermana de Corvino, Valeria, se casó con el cónsul Quinto Pedio (que era primo materno del Emperador César Augusto). El hijo de Valeria y Pedio, llamado Quinto Pedio Publícola fue un gran orador. El hijo de Publícola, Quinto Pedio, que era el sobrino-nieto de Corvino fue criado por éste, siendo el primer pintor sordo que menciona la historia.

Corvino tuvo una hija, Valeria Mesalina, que fue la abuela paterna de la Emperatriz romana Estatilia Mesalina (Que no debe confundirse con Messalina la tercera esposa del emperador Claudio) y un hijo, Marco Valerio Mesala Mesalino que fue cónsul en dos ocasiones.

Corvino fue educado en parte en Atenas, junto a Horacio y el hijo de Cicerón. En su juventud Corvino abrazó los principios republicanos y nunca renunció a ellos a pesar de no ofender al emperador Augusto no mencionándolos en público. Corvino adujo que el título de pater patriae debía ser concedido a Augusto. Tuvo que dimitir del cargo de prefecto de la ciudad tras seis días de oficio debido a sus ideas de la constitucionalidad.

Fue proscrito en el 43 a. C. pero se escapó junto a Marco Junio Bruto y Cayo Casio Longino y tras la doble Batalla de Filipos en el 42 a. C. solicitó el perdón de Marco Antonio pero finalmente se pasó al bando de Cesar Augusto, nombre tomado por Octavio al suceder a Cesar cuando este fue asesinado (Recordemos que entre otras cosas, la rivalidad entre César Augusto y Marco Antonio que se había iniciado porque este se casó por razones políticas con Octavia La Menor, hermana de Octavio y en el año 36 fue abandonada por Marco Antonio para irse con su amante, la reina egipcia Cleopatra, Cleopatra había sido amante de César).

En el 31 a. C., Corvino fue nombrado cónsul en sustitución de Marco Antonio y participó en la Batalla de Actium, en la que Marco Antonio y Cleopatra perdieron ante Octavio (Que ya había tomado el nombre de César Augusto) Tras la derrota de Antonio sostuvo un mando en el Este y aplastó una rebelión de los aquitanos. Por su victoria celebró un triunfo en el 27 a. C.

Corvino restauró el camino entre Tusculum y Alba. Gracias a su iniciativa se construyeron hermosos edificios. Influenció en gran manera la literatura tras Mecenas y se rodeó de importantes literatos como Tibulo o Sulpicia: este grupo era conocido en Roma como el "Círculo de Mesala". Corvino era un gran amigo de Tibulo y Horacio y Ovidio lo describe como el primero en descubrir su trabajo.

El propio Mesala fue autor de varias obras, muchas de las cuales se han perdido. Entre sus obras destacan unas memorias de la Guerra Civil, escritas tras la muerte de César y usadas como fuente de información por los historiadores Suetonio y Plutarco; poemas bucólicos en griego; traducciones de discursos; versos satíricos y eróticos y ensayos de gramática. Como orador siguió el estilo de Cicerón pero su estilo era más afectado y artificial. Críticas tardías le consideran superior a Cicerón y Tiberio lo adoptó como su modelo. Al final de su vida escribió un trabajo sobre las grandes familias romanas.

Marco Valerio Mesala Corvino quien fue un general y político romano además de ser autor y patrón de literatura y arte, en el año 27 a.J.C. peleó contra los pueblos pirenaicos a quienes rechazó a las montañas, recibió los honores del triunfo (27 a.J.C.). Prefecto de Roma (26 a.J.C.), sus descendientes en España adoptaron invariablemente la forma de Corvino y Arango en Asturias, por el valle de Arango, donde se asentaron.

Marco Valerio Mesala Corvino participó en las guerras en Hispania ya que en el año 29 antes de Cristo la sedición iniciada por los Galos se extendió hasta Hispania participando en ella los Vacceos, los Cántabros y los Astures.

Las operaciones bélicas en Hispania se centran contra los Cántabros, considerados los más peligrosos, a finales del año Augusto se retira, enfermo, a Tarraco a reponerse, las operaciones son continuadas por sus generales. Entre ellos, el General Marcus Valerius Messalla Corvinus. En Asturias existe un Pico que se llama Pico Do Corvo (Pico del Cuervo), cuyo nombre evoca la entrada de Los Corvinos a territorio Astur. El pico mide 1.387 metros de altura.

La Colonia Clunia Sulpicia (El epíteto de Sulpicia le viene tras autoproclamarse emperador en ella el general Sulpicio Galba) es la población donde tuvo asentamiento el General y emperador Marcus Valerius Messalla Corvinus. Es una ciudad romana situada en el Alto de Castro, a más de 1.000 msnm, entre las localidades de Coruña del Conde y Peñalba de Castro, en el Sur de la provincia de Burgos-Asturias (España). Pero cabe señalarse en esa época era sólo un campamento militar, pero fue después una de las ciudades romanas más importantes de la mitad norte de Hispania y fue la capital de un convento jurídico en la provincia Hispania Citerior Tarraconensis, el denominado Conventus Cluniensis. La ciudad estaba situada en la vía que iba de Caesar Augusta (Zaragoza) a Asturica Augusta (Astorga).

El esplendor de la ciudad romana de Clunia se extendió durante los siglos I y II de nuestra era, al igual que otras ciudades de la Meseta Norte de Hispania como Asturica Augusta (Astorga) o Iuliobriga. Durante su máximo apogeo se calcula que la ciudad de Clunia llegó a tener alrededor de 30.000 habitantes.

Clunia decayó a raíz de la caída del imperio romano de occidente y de las incursiones bárbaras En plena conquista de la Hispania visigoda por parte de los musulmanes, la ciudad y su entorno fue conquistada por las tropas del general bereber Ṭāriq ibn Ziyād sobre el año 713. Más tarde, los cristianos la repoblaron en 912, emplazando su ciudad en el lugar que ocupa actualmente Coruña del Conde, localidad donde pueden contemplarse bastantes restos romanos procedentes de la ciudad de Clunia.

Pravia es también uno de los lugares más romanizados de Asturias. Desde hace tiempo, se viene identificando con Pravia a la ciudad de Flavionavia, citada a mediados del siglo II de nuestra era por el geógrafo griego Claudio Ptolomeo y situada en la orilla izquierda del río Nalón, en territorio de los pésicos. El nombre latino permite suponer que era la capital de un municipium (Flavium Avia), establecido en la segunda mitad del siglo I en tiempos del emperador Tito Flavio Vespasiano.

Su nombre proviene del siglo I cuando los romanos crearon en esta zona el municipio de «Flavium Avia», en tiempos del emperador Tito Flavio Vespasiano, de ahí Flavium y del término celta de Avia que era el nombre que recibía el río Nalón por los antiguos pobladores de la zona. Este nombre cayó rápidamente en desuso por lo que no aparece en ningún tipo de texto de los siglos posteriores

Pravia, además, sería un importante nudo de comunicaciones en época romana; por allí pasaba la vía que comunicaba Lugo de Llanera (Lucus Asturum) con Lugo de Galicia (Lucus Augusti). En torno a Pravia y Santianes se conoce una villa romana en la Magdalena de la Llera, la estela de un personaje togado en Los Cabos y monedas romanas y otros objetos se hallaron en el entorno del castro de Doña Palla.

En el libro “Antigüedades y cosas memorables del Principado de Asturias" del Padre Luis Alfonso Carvallo. Madrid 1.695 se encuentra este texto: "Los Cuervos de Pravia, bien se conoce vienen de los Corvinos, o de los Cuervos y es cosa manifiesta que el apellido quedó de los Romanos que por acá residieron, y se conservaron en sus descendientes, preciándose de tan noble sangre, pues es cosa llana que los que no heredasen su sangre, no se preciarían de ella ni se llamarían de sus apellidos".

El cognomen (Parentesco de consanguinidad entre los descendientes de un tronco común) corvinos se encuentra (Al igual que Arango) distribuido por muchos sitios del mundo, con escudos de armas que llevan cuervos como uno de sus componentes, Italia, Polonia, Hungría, Lituania, Rusia, Uruguay y por supuesto en España, específicamente en Asturias.

Así pues, el solar se fue dividiendo en muchas ramas, que tenían sus casas tanto en el Valle de Arango como fuera de él. Unas ramas conservaron la antigua denominación de Cuervo y otras usaron la del Solar de Arango. En el trabajo de Francisco Sarandeses se describe literalmente el termino Arango como sigue: “De Pravia. Procede de los Cuervo, Señores del Valle de Arango, que se apellidaron después Cuervo-Arango o Cuervo de Arango. Según Juan Banzes y Valdés que escribió una historia de Pravia allá por 1806, este solar se dividió en muchas ramas, que tenían sus casas tanto en el Valle de Arango como fuera de él, que todas se titulan Cuervos de Arango.

domingo, 23 de mayo de 2010

JAIME Y ROSALBA

Por: Bernardo Mejía Arango, Cecilia Arango Mejía, Miryam Mejía Restrepo y Cesar Zuluaga Galvis

Un caserío que había sido fundado en la cordillera occidental en el Valle del Cauca por Anselmo Rendón y Nicanor Grisales en 1913 en un sitio denominado La Culebrera y que posteriormente se denominó El Conto en honor de Cesar Conto, abogado del Colegio Mayor del Rosario, afamado poeta y primo de Jorge Isaac, fue elevado a la categoría de municipio, el 30 de abril de 1925. El nuevo municipio se llamaría Restrepo como un homenaje a Carlos Eugenio Restrepo, el trigésimo presidente de Colombia, quien gobernó entre el 7 de agosto de 1910 y el 7 de agosto de 1914.

Como todos los pueblos fundados por paisas, Restrepo fue diseñado con estructura ajedrezada con una plaza principal, se hicieron casas de bahareque con puertas y ventanas de madera calada, en donde se fundieron magistralmente la guadua de la arquitectura indígena y los decorados en madera, como celosías y los más diversos adornos de las ventanas, con clara influencia árabe heredada a través de los españoles. Para el templo, igualmente significativo en los pueblos de la cordillera occidental del Valle, se destinó el marco norte de la plaza.

Ocho meses y cuatro días después de haber sido elevado Restrepo a la categoría de municipio, nació allí, el 4 de enero de 1926 Jaime Mejía Arango, en una casa de bahareque ubicada a casi dos cuadras de la iglesia. Era la “casa del arbolito”, llamada así porque en su antejardín tenía un arbolito, la casa era el hogar de don Bernardo Mejía Restrepo y doña Cecilia Arango Jaramillo; estaba ubicada a media cuadra de la “casa del aguacate”, casa esquinera donde vivían don Valentín Mejía Toro y su esposa Ana Rosa Restrepo Alvarez del Pino, a quien sus hijos y nietos llamaban cariñosamente la Madre Ana Rosa.

La madre Ana Rosa, procedente de una muy bien posicionada familia paisa de abolengo, era una Institutriz educada en la Normal de Señoritas de Medellín, allá se había casado con don Valentín. Era prima del presidente de la República Carlos Eugenio Restrepo en cuyo honor se le dio al municipio de Restrepo su nombre. A la casa esquinera donde vivieron la madre Ana Rosa y su esposo don Valentín en Restrepo, se le denominaba la casa del aguacate porque en el centro del patio tenía un grande y bien cuidado árbol de esta fruta.

Valentín y Ana Rosa eran los padres de Bernardo, Francisco, María, Ana Rosa (Anita) y María Mercedes. Bernardo, era el más próximo a sus padres. De espíritu emprendedor propio de la genealogía de los Mejía de Villacastin en Castilla y León en España, era un constructor nato, tenía conocimientos de Ingeniería, Agronomía y Veterinaria, gracias a sus ansias de conocimientos, al hábito de la lectura y a la buena capacidad para relacionarse con los personajes importantes de las ciudades y los pueblos donde había estado.

Don Bernardo Mejía Restrepo y doña Cecilia Arango Jaramillo habían contraído matrimonio en Manizales en el templo de la Inmaculada Concepción el 6 de marzo de 1916 y se instalaron inicialmente en Pereira; estuvieron primero en San Joaquín, la finca de propiedad de don Valentín Mejía Toro y doña Ana Rosa Restrepo; en Pereira nació Ana Rita el 29 de diciembre de 1917; viajaron posteriormente a Cali en compañía de don Julio Chica y su esposa Inés Arango Jaramillo, hermana de doña Cecilia. De allí partirían hacia el municipio de La Cumbre donde vivieron por algún tiempo.

A la casa de don Bernardo y doña Cecilia en la Cumbre llegó Luis Abel con su hermana menor Elvia de ocho años; doña Delfina, la madre de Elvia había muerto el 20 de noviembre de 1932 y el cuidado y custodia de la pequeña Elvia de 8 años, le fueron confiadas temporalmente por su hermano mayor a doña Cecilia y a don Bernardo, futuros suegros de Luis Abel: fue con ocasión de este viaje y de otros posteriores, que Luis Abel conoció a su futura esposa Ana Rita, los novios se casaron el 2 de mayo de 1934.

Don Bernardo Mejía Restrepo y doña Cecilia Arango Jaramillo se habían instalado en El Conto procedentes de La Cumbre, al igual que sus padres pertenecían a la generación de paisas que se venían desplazando desde Antioquia y Caldas refugiados de la Guerra de Los Mil Días; desde Antioquia, habían venido huyendo hacia el sur, en busca de protección y un mejor modo de vida e igualmente obedeciendo a su espíritu poblador y colonizador heredado de sus ancestros españoles quienes habían llegado desde diferentes sitios de España en el siglo XVII (Años 1600) al Nuevo Reino de Granada, nombre que tenía Colombia entre 1550 y 1717

Jaime era el tercero de los cuatro hijos que sobrevivieron de los más o menos doce que tuvo el matrimonio de Bernardo y Cecilia, después de Ana Rita (nueve años cuatro días mayor) y Arturo (cuatro años nueve meses y 8 días mayor). El 12 de septiembre de 1929 nacería en el joven y floreciente municipio de Restrepo, José Valentín, quien sería compañero inseparable de Jaime en su niñez y juventud, confidente de sus ilusiones, compañero de andanzas y de correrías, confidente de su amor por una joven, agraciada y esbelta paisita de Sevilla en el Valle del Cauca.

Además de los hijos de don Bernardo y doña Cecilia que hoy conocemos como nuestros padres y/o tíos, Ana Rita, Arturo, Jaime y José Valentín, hubo varios niños y niñas que murieron en edad temprana; en un mes no establecido de 1934 nació Guillermo, quien murió a los siete años; era un niño de cabello rubio casi blanco a quien se recuerda por sus cuentos graciosos y llenos de ingenuidad.

En Restrepo, las actividades de don Bernardo se centraban en una finca cafetera que quedaba una hora de camino desde el pueblo hacia el oriente, pero su esposa Cecilia disponía en el pueblo de una casa confortable con patio amplio con jardines y huerta muy bien cuidados; perduraron en la memoria de sus hijos, los momentos cuando doña Cecilia tiraba puñados de maíz a sus gallinas, las que ocasionalmente se veían amenazadas por “pepita”, una serpiente cazadora que la matrona de la casa había criado y que se refugiaba en un hueco del fogón de leña de la cocina en cuya entrada se colocaba una pequeña totuma con leche para que la culebra se alimentara.

Cuando don Bernardo vendió la finca de Restrepo, él y su familia se fueron a vivir al Darién, desde donde Jaime y José Valentín caminaban con frecuencia atravesando la vega donde hoy día está ubicada la represa de Calima. Generalmente su correría obedecían a los mandados encomendados por don Bernardo.

Jaime y José Valentín eran dos niños alegres e inquietos, que tuvieron vivencias en esas correrías en terrenos de dominio de los Indios Calimas, de allí le vino a los hijos varones de don Bernardo y doña Cecilia el afán por la guaquería: Jaime y José Valentín, en uno de esos mandados fueron testigos de la sacada de una guaca o sepultura indígena. La zona había sido, desde cientos de años atrás a la llegada de los españoles, un área de ricos asentamientos indígenas cuyas tumbas permanecieron escondidas del voraz saqueo de los conquistadores españoles. La tumba indígena que vieron explorar, era rica en objetos y piezas de orfebrería, las más exquisitas figuras de la cultura Calima trabajadas en oro. La guaca estaba al pie de un árbol el cual, a partir de la fecha, los hijos de don Bernardo Mejía lo recordarían como el árbol cerca del cual había sido encontrado un tesoro.

Por estos días en que se escribe esta crónica, conversando con el tío José Valentín, él recuerda a su hermano Jaime como un muchacho gordito desde pequeño, “monito” dicharachero y juguetón, de ojos claros verde-gris, inventor de cuentos y de parangones que en su madurez utilizaría para nosotros sus sobrinos como por ejemplo los de las minas de azafrán, hablando del color de la tierra por los lados de Calima, y las arañas imaginarias que ordeñaba para nosotros a manera de “mamadera de gallo” cuando no había leche para los gastos de la casa.

Las correrías del abuelo Bernardo Mejía Restrepo emulaban a las de sus ancestros asturianos cuando emigraron al Nuevo Reino de Granada y se movieron en forma incansable de uno a otro lado por las montañas de Antioquia y Caldas en el naciente país. De Darién se fueron de nuevo a vivir a Restrepo desde donde Luis Abel, su joven esposa Ana Rita, con la pequeña Cecilia y Elvia la hermana de Luis Abel, ahora de 11 años, saldrían para Barragán; allá, en el hogar de Luis Abel y Ana Rita se reunieron de nuevo los hermanos menores de Luis Abel después de la muerte de doña Delfina; desde ese día, la casa de Luis Abel y Ana Rita sería la casa paterna de la familia Arango Duque.

Fue allí donde en la navidad de 1940, Elvia y Arturo, el hermano menor de Ana Rita pero mayor que Jaime, fueron flechados por Cupido. Se casaron el 26 de agosto de 1941 y entraron a participar de romería de paisas que los llevaría a vivir a Herrera, en el Tolima.

En Barragán, don Bernardo había adquirido la hacienda El Bosque en las goteras del poblado y en las faldas que conducen hasta el río Bugalagrande. Don Bernardo vendió la hacienda y se fue a vivir a Herrera. Es este trasegar estaban Jaime y su hermano menor José Valentín, ahora adolescentes; tendrían que experimentar los rigores del viaje de ida y las amargas experiencias de cruzar de regreso a pié hasta el municipio de Florida en el Valle, el páramo de Las Hermosas en compañía de doña Cecilia su madre.

Allí estaban los dos, Jaime y José Valentín, siempre juntos. En una ocasión, Jaime, en el colmo del aburrimiento en la afinca Campohermoso en Herrera, estuvo apunto de regresar, solo a través del páramo para llegar a Florida y de allí a Sevilla en el Valle del Cauca; fueron el abuelo Bernardo su padre y su hermano José Valentín quienes lo buscaron y lo encontraron en el borde del páramo a punto de emprender la loca empresa de pasar solo aquellos gélidos parajes, empresa muy peligrosa para la época.

Finalmente don Bernardo y su familia estuvieron de regreso en Barragán a la finca que ahora era de propiedad de Luis Abel y su esposa, la tía Ana Rita.

En los primeros días del mes de abril de 1948, la abuela Cecilia de enfermó de apendicitis. Allí estaban juntos de nuevo Jaime y José Valentín, quienes tuvieron que participar en el traslado de la abuela cargada en una cuna o coy hasta el Puerto de Frazadas. En ese entonces la carretera llegaba solo hasta ese caserío. De allí se devolvieron para Barragán, ese sería el último día que verían con vida a su madre. La abuela falleció el 4 de abril de 1948.

Después de la muerte de doña Cecilia, Jaime y José Valentín se fueron a buscar nuevos horizontes. Es así como llegaron a Manizales, al hogar de don Antonio Arango Jaramillo, hermano de doña Cecilia. Don Antonio y su esposa doña María Josefa Arango González acogieron en el calor de su hogar a los jóvenes sobrinos. Allí nació el afecto que Jaime y José Valentín le tuvieron al tío y a su familia, en especial a Rodrigo y a José Edgar. Jaime visitaba con frecuencia el hogar del tío Antonio y después de la muerte de este, a sus hijos.

En Manizales, Jaime y José Valentín conocieron a las hermanas Fredermila y Tulia Jiménez Delgado. A Fredermila la hemos conocido desde siempre como Luz Mila. José Valentín y Luz Mila se hicieron novios, pero los jóvenes hermanos tuvieron que dejar el hogar temporal del tío Antonio y regresar a Barragán al lado de su hermana Ana Rita y su esposo. José Valentín y Luz Mila se casarían el 25 de diciembre de 1956 en la catedral de Palmira. El noviazgo de Jaime y Tulia no prosperó, al igual que no prosperó su noviazgo con una de las primas de la familia Arango, Ema Mejía Arango, hija de José Manuel y Blanca Celia.

Definitivamente el corazón del tío Jaime estaba reservado para Rosalba, una joven de familia paisa, nacida en el hogar de doña Rosa María Echeverri Bustamante y don Gregorio Restrepo Mejía, quienes tuvieron 17 hijos de los cuales sobrevivieron 9: Rosalba, Ignacio, Heberto, Zeneyda, Rubiela, Adiela, Mariela, Gonzalo y Aleyda. Rosalba cumplía con los postulados de la época para lograr un buen matrimonio: bonita, bien educada, de sanas costumbres y de buena familia. El respaldo adicional para el futuro noviazgo estaba dado por el parentesco por parte de don Gregorio Restrepo Mejía, el padre de Rosalba, era primo del abuelo Bernardo Mejía Restrepo; era sobrino de la Madre Ana Rosa.

En un día cualquiera a finales de 1952, Jaime y José Valentín Mejía Arango fueron desde Barragán hasta Sevilla a llevar unos caballos para herrar. Como no tenían donde llegar, Ana Rita su hermana mayor les dio las indicaciones para que buscaran posada en la casa de don Gregorio Restrepo Mejía, por ser primo de don Bernardo Mejía Restrepo. Así lo hicieron y el día de su llagada a Sevilla pernoctaron en la casa de don Gregorio. A unas cuadras quedaba el negocio de la forja que don José Dolores Zuluaga, esposo de doña María del Carmen Echeverri Bustamante, tenía en compañía con Gregorio Restrepo Mejía; allá debían llevar las bestias para colocarles las herraduras.

Durante la tertulia de la noche en casa de don Gregorio y su esposa Rosa María Echeverri Bustamante con motivo de la visita de los hermanos Mejía Arango, no faltaron las miradas de soslayo, discretamente coquetas e inquietas de Rosalba y Zeneyda, las hermanas mayores de la familia ante la llegada de los visitantes, dos jóvenes apuestos que aunque parientes, no podían pasar desapercibidos a los ojos de las bellas jóvenes.

Rosalba alternaba la costura, labor que había aprendido en la casa de Marciana y Lida Aguirre quienes tenía la más famosa modistería de Sevilla, con las labores corrientes de la casa entre ellas el planchado de la ropa blanca, cuidadosamente almidonada a la usanza de la época. Durante aquella noche, Jaime, quien era el mas “avispado” y conversador de los hermanos Mejía Arango, se acercó a Rosalba y colocó la mano en la mesa donde ella terminaba el planchado de la ropa previamente remojada, fijó su mirada en la joven a quien no le era indiferente el pariente, apuesto, buen mozo y buen conversador; en medio del nerviosismo, Rosalba colocó la plancha caliente sobre la mano de Jaime. Este “planchazo” lo recordarían muchos años después sus hijos en medio de la risa, cuando se escribía esta crónica. Al día siguiente, las jóvenes continuaban inquietas y “noveleras” para usar un término paisa cuando algo despertaba curiosidad, el motivo seguía siendo la visita de los apuestos parientes quienes habían sido alojados en su casa.

Jaime no pudo ocultarle a Ana Rita su hermana mayor, el interés que tenía por Rosalba la hija de don Gregorio, a quien encontró además de bella, muy hacendosa. Ana Rita permaneció callada; en ausencia de doña Cecilia, esta sería en su papel de madre sustituta para su hermano menor, una manera de aprobar aquella naciente relación. Los jóvenes volvieron a verse el mes siguiente, esta vez los acompañó el luto en sus corazones.

Ignacio, un educado y bien parecido joven de 25 años quien era el farmaceuta del pueblo, hermano menor de Rosalba, había invitado a su madre doña Rosa María a visitar a Olga Vásquez su novia, después irían a una fiesta taurina que se celebraba en la plaza de Linares. Doña Rosa María se dirigió a su hijo para indicarle que fuera solo a la plaza de toros que luego irían a visitar a su prometida. Así lo hizo Ignacio; se fue a la corrida. Esta fue la última vez que doña Rosa María vio a su hijo con vida.

Era costumbre en las fiestas taurinas, que al final de las corridas se ofreciera un toro manso para ser lidiado por el público, lo denominaban el toro embolado. Ignacio saltó al ruedo, sin haberse percatado que por una equivocación en los encierros, el toro destinado al público era bravo de casta y no manso como lo indicaba la costumbre de las fiestas; y producto de ambas circunstancias, la inexperiencia del joven y la bravura del animal, el joven perdió la vida: el toro le rompió de una cornada las arterias y venas del cuello, faltaban 8 días para casarse son su prometida Olga Vásquez. Zeneyda y Rosalba se encontraban esa fatídica tarde en el teatro, en una función vespertina de cine.

Es así como Ana Rita, en compañía de Jaime y José Valentín fueron a Sevilla con ocasión de la visita de condolencia a la familia Restrepo Echeverri por la muerte de Ignacio; Rosalba y Jaime se hicieron novios y don Gregorio moriría un mes después, producto de la pena moral por la muerte de su hijo. Zeneyda, quien había estudiado en el Liceo Femenino de Sevilla, en ausencia de Ignacio, entró a apoyar a don Gregorio y a Gonzalo quien era empleado del Banco de Colombia, en las obligaciones económicas de la familia: fue nombrada maestra en una vereda de Sevilla.

A la usanza de la época las visitas de Jaime a su prometida se hacían en la sala de la casa ante la supervisión inquisidora de doña Rosa María. La casa de la familia Restrepo Echeverri era esquinera, estaba ubicada en la calle 56 con carrera 48, tenía paredes blancas rematadas en sócalo de tablones de madera hasta la altura de aproximadamente un metro, de color verde claro; tenía tres puerta-ventanas con chambrana igualmente de color verde claro. Un encuentro de los jóvenes enamorados, en una de ellas quedó plasmado en una foto en donde el tío Jaime en una actitud del galán trata de conquistar a la joven con una mirada risueña, Rosalba le corresponde la mirada con fina coquetería pero a la vez con la dignidad y el pudor que acompañaba a las jóvenes bien criadas en el seno de familias católicas y de arraigados principios morales.

Ocasionalmente los novios paseaban por el parque principal de Sevilla con ocasion de la retreta, de gancho o tímidamente tomados de la mano, en compañía de otras parejas de enamorados del pueblo cafetero: Belisa Zuluaga Echeverri y Humberto Victoria Bermeo; Oscar Zuluaga Echeverri y Yuszara Abdala, José Joaquín Zuluaga Echeverri y Maruja Galvis Rojas, Pedronel Rojas y Flor Galvis entre otras.

Rosalba y Jaime se casaron el seis de agosto de 1953 en la Iglesia de Nuestra Señora del Carmen en Sevilla, en ceremonia presidida por le sacerdote Gabriel Ribadeneira. Jaime llevaba puesto un vestido de paño inglés café claro, camisa blanca, corbata de seda italiana y un sobrero Borsalino, como se estilaba en la década de los años 50. Rosalba llevaba un vestido de yersina color azul turquí, de manga larga, en línea A, de cuello angosto y con prenses laterales a la altura del hombro, los que se iniciaban a partir broches largos de fina fantasía; llevaba un sobrero ajustado al estilo isabelino y una cartera que sus hijas recuerdan como un hermoso "baulito" con el que jugaban siendo niñas.

Luis Abel Arango, su esposa Ana Rita, Arturo y José Valentín asistieron a la boda, se hospedaron en la Pensión Bogotá que estaba situada enfrente de la Iglesia principal. A Ana Rita como hermana mayor, le correspondía asistir a su hermano en los preliminares de la boda en reemplazo de doña Cecilia; en los afanes de último momento y atendiendo una invitación a un desayuno, su último desayuno de soltero, como parte de una atención que ofrecieron don José Dolores Zuluaga y sus esposa María del Carmen Echeverri a la familia Mejía Arango, Jaime desayunó con “rellenas”; en la época era un sacrilegio comulgar sin el ayuno previo establecido por la Iglesia Católica. Nunca hemos sabido como se superó el incidente.

Rosalba y Jaime vivirían muchos y felices años de matrimonio, tuvieron 11 hijos. Se radicaron inicialmente en Sevilla por un tiempo pero luego iniciaron un trasegar por Tuluá, Tesorito que era la finca del tío Luís Abel Arango y su esposa Ana Rita, Barragán en la parte alta del municipio de Tuluá, La Paila en el municipio de Zarzal, Andalucía, nuevamente en Sevilla y finalmente en Pereira. Vivieron de conformidad con los postulados de la Santa Madre Iglesia, estuvieron juntos en la alegría y en el dolor, en la salud y en la efermedad, en la prosperidad y en la adversidad y conforme a las palabras que les dijo el padre Ribadeneira aquella soleada mañana del domingo cuando se casaron allá en el próspero pueblo cafetero de Sevilla: “Hasta que la muerte los separe”.
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Nota de Bernardo Mejía Arango, junio 16 de 2010:
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Con motivo de los funerales en esta fecha, de Maruja Galvis, la madre de Cesar Zuluaga Galvis, estuve observando enfrente de la Iglesia que está en uno de los costados del parque principal de Sevilla, todavía existe la pensión Bogotá que se menciona en esta crónica. No pude resistir la tentación de entrar para verla. Me puse a conversar con el actual propietario a quien entre otras cosas le pregunté desde cuando existía la pensión Bogotá en ese sitio, la respuesta fué: "desde siempre".
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Nota de Bernardo Mejía junio 4 de 2010:
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Lo escrito, escrito está. Esta es una manera de no permitir que esas cosas lindas se pierdan en el cuarto de los reblujos de la vida. Igual es una manera de honrar la memoria de nuestros viejos, por todos los cuidados que nos prodigaron, por todo el cariño que nos dieron, así nos hayan dado fuete todo el que nos chupáramos o le hayan sacado machete a los pretendientes tempranos de las niñas volantonas allá en la casa del Pízamo, en el Pereira de los setentas.

Alguien tiene que poner los recuerdos en el papel para que no se pierdan en la bruma de los tiempos. Es una forma de agradecerle al tío ese que venía desde Pereira, donde las hijas ya no le paraban bolas, a joder a los sobrinos de Buga a las cuatro de la mañana tomando una ducha tempranera y uno el sueño acumulado de todo un año de madrugar a rezar (En ese tiempo yo estudiaba interno en el seminario de los padres Capuchinos en Manizales), a estudiar y a jugar.

Si alguien vivió la vida como Dios manda, ese fue el tío Jaime, exquisitamente jodón, llegó a ganarse el corazón de todos nosotros a punta de ordeñar arañas y culebras imaginarias cuando no había leche para los gastos de la casa, mostrarnos las minas de azafrán cada que podía (Hablando del tono colorado de las tierras a la orilla de algunas carreteras entre las cuales estaban las de Calima), que vivió en una casa imaginaria en la que se deslizaba sobre mantequilla y que se reía de una manera socarrona, escasa en carcajadas las que mas bien salían de su boca a manera de silbidos mientras la barriga le brincaba; esa es la imagen que conservo de mi tío. En medio de toda esta mamadera de gallo llegamos a quererlo casi como a nuestro papá, quien era muy seco y poco expresivo, las vivencias de años lejanos lo tenían doblegado, era callado y casi que esquivamente sumiso.

El tío Jaime, en medio de la vida tan apretada en términos económicos, le dio a su familia una casa en modesto barrio de Pereira pero la llenó de amor, un ingrediente probablemente escaso en las casas de los barrios elegantes; la llenó igualmente de de dulzura, la que se cristalizó en forma de caramelos, todavía recuerdo como estiraba la miel en una horqueta de guayabo especialmente diseñada para esa faena. En su tarea siempre contó con la compañía de Rosalba, a quien le sobraba la paciencia pero igualmente le sobraba el amor y la ternura, estos componentes suavizaban los momentos que el tío, en el afán de hacer las cosas bien, se volvía inmamablemente jodón. Por eso es que era tan bueno ir donde el tío mamagallista y su esposa Rosa como él la llamaba en ocasiones cuando no estaba tan contento como siempre.

domingo, 18 de abril de 2010

EL LAGO DE ARANGUITO Y EL MONUMENTO A LOS COLONIZADORES





Por: Bernardo Mejía Arango

Las fotos que se presentan en esta crónica se encuentran en los siguientes enlaces (Con excepción de la penúltima foto de la parte inferior, que fué tomada por mi, en mi última visita al monumento el 11 de noviembre de 2008):
http://smpmanizales.blogspot.com/2009/05/imagenes-de-manizales.html
http://smpmanizales.blogspot.com/2010/01/manizales-de-ayer-fotos-antiguas-y.html
http://godues.blogspot.com/2007/07/las-maravillas-de-manizales.html
commons.wikimedia.org/wiki/File:Barrio_Chipre...
www.unal.edu.co/viceinvestigacion/manizales.jpg

La historia de la fundación de Manizales, el epellido Arango y el lago de Aranguito están fuertemente vinculados.


Para entender lo anteriormente enunciado, hay que retomar la historia de lo colonización antioqueña, el gran avance de la colonización por parte de antioqueños hacia el sur de dicha región que se hizo muy notorio en la década de 1830 a 1840.

Desde Neira Viejo la ruta era la siguiente: bajaban al río Guacaica, de aquí subían por una dura pendiente hasta llegar a la Cuchilla del Salao y de aquí hasta el Alto de Chipre. Más tarde hubo otro camino que saliendo del actual Neira seguía a Pueblo Rico, de aquí bajaba al río Guacaica, después a las minas de sal del Guineo, luego a la Linda y por último se dirigía al Alto de Chipre.

Cuando los colonos observaban desde Neira el espinazo de la cordillera donde hoy se encuentra el alto de Chipre, veían la forma de un morro gacho; por eso fue el primer nombre que tuvo la región.

El primero en llegar al sitio donde hoy se encuentra el alto de Chipre (Llamado entonces Morrogacho) ,el barrio Chipre y el monumento a los colonizadores, fue don Fermín López, pero después de él llegaron a Morro Gacho Manuel María Grisales, Antonio Ceballos, Joaquín Arango Restrepo, Marcelino Palacio y otros muchos.

De acuerdo con José María Restrepo Maya en sus “Apuntes para la Historia de Manizales” (Biblioteca de Autores Caldenses, Imprenta Departamental, 1990), en 1843, don José Joaquín Arango Restrepo llegó al llegar a Chipre actual, (donde hoy existe un monumento a los colonizadores y donde hubo por muchos años un lago llamado el lago de Aranguito) se subió a la copa de un árbol y fue sorprendido por el magnífico espectáculo que se desplegaba a su vista: en el confín del horizonte, hacia el oriente, los imponentes nevados del Ruiz y Santa Isabel tocando al cielo y apoyados por una serie de enormes montañas azules que se extienden al norte y al sur, al pié de esos empinados gigantes de los Andes, una inmensa extensión de bosques que parecían plantados en una llanura, pues la exuberante vegetación todavía no dejaba ver las ondulaciones del terreno, grandes manchas blancas salpicaban en toda su extensión esa magnífica selva, manchas formadas por las copas de los yarumos blancos que denunciaban la fertilidad del suelo; el silencio de la soledad abajo y el silencio del firmamento arriba; despejado en partes el cielo mostraba su bellísimo azul, y las nubes formaban grupos extraños en la vecindad de las montañas.

Admirado, encantado don José Joaquín Arango Restrepo de tanta belleza, llamó a su compañero, le ordenó que se trepara donde él se hallaba y mostrándole el estupendo panorama que tenían delante, le dijo: “Mira, aquí debió ser el paraíso terrenal”. Esa fue prácticamente la primera visión sobre el área en la cual sería fundada Manizales.

Hoy día el área de Chipre o Morrogacho, está ocupado por el barrio que lleva el mismo nombre, en él se encuentra un corredor turístico, mirador y al final el monumento a los colonizadores antioqueños.

Hay que haber recorrido las montañas de Caldas y Antioquia, para entender el tesón y la verraquera que pusieron estos colonizadores a su empresa de expansión en busca de nuevas y mejores tierras para ellos y sus descendientes. Este entendimiento se hace más claro cuando se visita el monumento a los colonizadores, cuyo autor es Luís Guillermo Vallejo; este monumento está ubicado en el sitio donde se encontraba el antiguo Lago de Aranguito en el extremo del corredor turístico del Alto de Chipre en la ciudad de Manizales.

Este colosal monumento fue construido por el maestro Luis Guillermo Vallejo Vargas entre 1997 y 2002, se utilizaron 50 toneladas de bronce, con la ayuda de todos los manizalitas. Para su elaboración se lanzó una convocatoria a toda la ciudadanía invitándola a que recogieran llaves que ya no usaran, piezas que después fundieron para ensamblar por etapas un monumento que hoy por hoy es uno de los atractivos turístico de la ciudad, el cual queda en el mismo sitio donde llegó el colonizador Fermín López, donde nuestro ancestro José Joaquín Arango Restrepo subido en la copa de un árbol divisó la "planicie" donde está ubicada la Manizales actual y donde se encontraba un lago llamado "El Lago de Aranguito" que se secó para dar paso a la construción del monumento.

viernes, 9 de abril de 2010

LOS ARANGO EN LA FUNDACION DE MANIZALES




Las dos fotos de arriba a la derecha, corresponden a don José Joaquin Arango Restrepo. El original de la foto donde aparece sentado, se encuentra en los albumes de Esneda y Orfilia Arango Arango, hijas del tío abuelo Antonio Arango Jaramillo, residentes en Manizales. (Don josé Joaquín es el tatarabuelo de Ellas). Al reverso de la foto tenía la siguiente anotación manuscrita: "Agosto de 1859" La foto del centro corresponde a don Antonio María Arango

En el año de 1924, el Concejo Municipal de Manizales rindió homenaje a los fundadores de la ciudad mediante un mural en el que figuran 10 personas, cuatro de ellos tienen el apellido Arango: Joaquín Arango, Antonio María Arango, Victoriano Arango y Gabriel Arango, una foto del mural aparece en el libro “Historia de la Ciudad de Manizales, Tomo I, cuyo autor es el Padre Fabo (Tipografía Blanco y negro, 1926).

Ha habido mucha polémica acerca del número de fundadores de Manizales. En la separata del periódico La Patria publicada con motivo de la celebración de los 150 años de fundada la ciudad, después de un juicioso análisis, publica una lista de 20 personajes, como la definitiva en relación con la fundación de la ciudad; en ella figuran varios de nuestros ancestros: Antonio María Arango, Joaquín Arango, Victoriano Arango y Pedro Arango, en ella no figura Gabriel Arango; es decir, el número de Arangos comprometidos en la fundación de Manizales puede ser de cinco y no de cuatro como figura en algunas crónicas.

Los siguientes son datos biográficos de los Arango y su ubicación en nuestro árbol genealógico (Tomados del libro “Diccionario Biográfico de Antioqueños” y con autorización para publicarlos, de su autor Luis Alvaro Gallo Martínez, e igualmente del árbol genealógico de Enrique Pareja Mejía, el cual se puede ubicar en internet en la página Geneanet)

JOSE JOAQUIN ARANGO RESTREPO

En la séptima generación de descendientes de don Domingo Antonio de Arango y Valdés, quien trajo el apellido Arango a Colombia, se encuentra don José Joaquín Arango Restrepo. Es el bisabuelo de nuestra abuela Cecilia Arango Jaramillo (La madre de Ana Rita, Arturo, José Valentín y Jaime Mejía Arango).

Oriundo de Abejorral, nació en Rionegro el 15 de abril de 1809. Hijo de Esteban Arango Botero y Josefa Dolores Restrepo Uribe, se casó el 23 de junio de 1827 con Eulalia Palacio Restrepo, en Manizales. Los abuelos paternos de Joaquín Arango Restrepo son Pedro Pablo Arango Ángel (1754-1836) y su primera esposa María Josefa Botero Echeverri. Los abuelos maternos son Felipe Restrepo Echeverri y María Francisca Uribe Echeverri.

Es uno de los fundadores de Manizales. Su padre ya un poco mayor, quiso salir a buscar una mina de oro acompañado de Joaquín, en este viaje. En esta correría visitaron lo que sería más tarde Neira. Viendo tan magníficas tierras regresó a Abejorral por su familia y retornó con ella continuando hasta el cerro de San Cancio, donde despejó el monte y se instaló allí con su familia, por el año de 1844.

De acuerdo con José María Restrepo Maya en sus “Apuntes para la Historia de Manizales” (Biblioteca de Autores Caldenses, Imprenta Departamental, 1990), en 1843, al llegar a Chipre actual, se subió a la copa de un árbol y fue sorprendido por el magnífico espectáculo que se desplegaba a su vista: en el confín del horizonte, hacia el oriente, los imponentes nevados del Ruiz y Santa Isabel tocando al cielo y apoyados por una serie de enormes montañas azules que se extienden al norte y al sur, al pié de esos empinados gigantes de los Andes, una inmensa extensión de bosques que parecían plantados en una llanura, pues la exuberante vegetación todavía no dejaba ver las ondulaciones del terreno, grandes manchas blancas salpicaban en toda su extensión esa magnífica selva, manchas formadas por las copas de los yarumos blancos que denunciaban la fertilidad del suelo; el silencio de la soledad abajo y el silencio del firmamento arriba; despejado en partes el cielo mostraba su bellísimo azul, y las nubes formaban grupos extraños en la vecindad de las montañas.

Admirado, encantado don José Joaquín de tanta belleza, llamó a su compañero, le ordenó que se trepara donde él se hallaba y mostrándole el estupendo panorama que tenían delante, le dijo: “Mira, aquí debió ser el paraíso terrenal”.

Joaquín Arango fue quien descubrió los termales del Ruiz y de los primeros que subieron al páramo a cazar los ganados salvajes que existían allí. Con Antonio María Arango Montoya, el rico, atravesaron la montaña para buscar la salida al río Magdalena.

Fue el primer procurador municipal en 1850, cuando la parroquia comenzó a funcionar como distrito.

ANTONIO MARIA ARANGO MONTOYA

Sexta generación en la descendencia de don Domingo Antonio de Arango y Valdés. Nació en Rionegro el 3 de junio de 1809, hijo de Pedro Pablo Arango Angel (1754-1836) y su segunda esposa Cipriana Montoya Mejía. Hermano por parte de padre (Pedro Pablo Arango Angel) de Esteban Arango Botero, padre de José Joaquín Arango Restrepo. Es decir, era tío de José Joaquín Arango Restrepo.

Antonio María Arango Montoya, fue uno de los fundadores de Manizales y de los primeros en subir al nevado el Ruiz a cazar los ganados salvajes que había allí.

Con Joaquín Arango Restrepo hicieron un reconocimiento hasta Lérida en busca de un camino que uniera a Manizales con Mariquita y con el río Magdalena.

Fue el primer juez de la ciudad de Manizales, cuando se inauguró su vida municipal. Varias veces concejal y presidente del concejo. Alcalde de Manizales del 1º de agosto al 31 de diciembre de 1854. Se le considera el primer poeta de Manizales.

Casado con Ana María Echeverri Díaz. Nacida en Abejorral, hija de José Cornelio Echeverri Palacio y María Josefa Díaz Ribera, con sucesión.

RAFAEL MARIA VICTORIANO ARANGO MONTOYA

Sexta generación en la descendencia de don Domingo Antonio de Arango y Valdés. Nació en Rionegro el 23 de marzo de 1816 y murió en Manizales.

Hijo de Pedro Pablo Arango Angel y su segunda esposa Cipriana Montoya Mejía. Hermano por parte de padre (Pedro Pablo Arango Angel) de esteban Arango Botero, padre de José Joaquín Arango Restrepo. Es decir, era tío de José Joaquín Arango Restrepo.

Hermano de Antonio María Arango Montoya, Victoriano Arango, también participó en la fundación de Manizales, ciudad de la cual fue concejal en varias oportunidades. Alcalde de enero a noviembre de 1861. Casado en primeras nupcias con María Rosa Arango y en segundas nupcias el 8 de mayo de 1833 en El Retiro, con Benedicta Mejía Londoño, nacida el 1º de abril de 1817 en El Retiro, hija de Aniseto Nicolás Mejía Molina y Dionisia Justina Eleuteria Londoño Marulanda.

GABRIEL ARANGO

El personaje Gabriel Arango mencionado en el homenaje de 1924 por parte del Concejo de Manizales a sus fundadores, no tiene suficiente documentación acerca de su origen. Podría corresponder a Gabriel Arango Botero, nacido el 18 de marzo 1794, Rionegro, Antioquia, Colombia, fallecido el 22 de septiembre 1854, Abejorral, Antioquia, Colombia (a la edad de 60 años). No hay información acerca de su participación en la fundación de Manizales.

PEDRO ARANGO

En varias crónicas de la fundación de Manizales se menciona a Pedro Arango, pero no hay documentación acerca de su segundo apellido. Podría corresponder a Pedro Arango Palacio, quien nació el 31 de enero de 1819 en Abejorral, hijo de Gabriel Arango Botero y nieto de Pedro Pablo Arango Angel y su primera esposa María Josefa Botero Echeverri; es decir tío de Joaquín Arango Restrepo.


EL PROCESO DE LA COLONIZACION Y LA FUNDACION DE MANIZALES

La mayor parte de la siguiente información está tomada de “Manizales a las puertas del siglo 21” Por Albeiro Valencia Llano y Fabio Arias Gómez .
El territorio del actual municipio de Manizales estuvo ocupado por los cacicazgos Carrapas y Quimbayas los cuales a la llegada de los conquistadores estaban en un alto grado de desarrollo económico y social.

Los Carrapas ocupaban las partes más altas, escarpadas y frías de la cordillera; habitaban en casas pequeñas construidas en guadua, situadas en forma de aldeas muy pobladas, y en pequeños valles junto a los ríos y quebradas.

Los Quimbayas fueron un grupo que se asentó en las faldas occidentales de la cordillera central y lograron imponerse a nivel de orfebrería y de cerámica, e influenciar con su cultura a los diferentes grupos indígenas vecinos: Carrapas, Picaras, Paucuras, Pozos, Armas, Zopías y Ansermas.

Los Colonos que llegaron a la a zona, desde 1842, encontraron sepulturas indígenas o Guacas en La Cabaña, Altomira, San Cancio, Alto del Perro, Versalles y otros lugares.
En el siglo XIX el país estaba dividido en cuatro regiones aisladas entre sí:

1. La región del oriente conformada por Cundinamarca, Boyacá y Santander
2. El Cauca que incluía el Chocó y se extendía hasta Marmato
3. Antioquia, que se extendía por el sur hasta el río Chinchiná
4. La región de la Costa Atlántica.

Cada una de esas zonas se comportaba como un país sin relación con las otras regiones y separadas por el río Magdalena y por las cordilleras.

A finales del siglo XVIII se vivía una situación difícil en diferentes puntos de Antioquia por la concentración de la tierra, por la baja productividad agrícola, especialmente en las tierras altas, densamente pobladas y donde los recursos económicos se empleaban en el comercio; esto fue un obstáculo para el desarrollo social para la región y la población que no podía conseguir empleo debía dedicarse al "Mazamorreo" o lavado de arena en ríos y quebradas buscando oro para poder subsistir.

Ante este panorama miles de personas emigraron, iniciando así el proceso de colonización en tierras del Estado o abandonadas.

En el desorden, la crisis y miseria producidas por las guerras de independencia se aceleró la colonización, aumentó el número de familias que se incorporaron a esta "Aventura" y fundaron las poblaciones de Aguadas, Salamina, Pácora y Neira.

Las avanzadas colonizadoras salían de diferentes pueblos de Antioquia, especialmente de Ríonegro, Marinilla, El Retiro, La Ceja, Abejorral, San Vicente y Sonsón, y sufrían numerosas penalidades. Debían cruzar caudalosos ríos sin puentes, entre ellos el Arma, Chamberí, la Honda y el Tapias. La espesura de la selva impedía la penetración de los rayos del sol por lo cual el suelo permanecía húmedo, formando inmensos pantanos camuflados por la hojarasca, llamados "Tiembla Tiembla" que se convertían en trampas mortales.

Además los colonos se encontraban con tigrillos y osos, serpientes, zancudos y mosquitos, con avispas llamadas "Quitacalzón" que producían pánico, y con diferentes tipos de hormigas, entre ellas las que hacían rondas para aprovisionarse de comida y ahuyentaban los insectos, serpientes, micos, conejos y a cuantos animales grandes encontraban a su paso.

Los colonos se movían por las riberas de los ríos de ríos y quebradas y por el lomo de las montañas para orientarse y estudiar el paisaje; el terreno a colonizar debía poseer los siguientes elementos fundamentales: agua, madera (especialmente guadua), árboles frutales y una rica fauna de animales comestibles.

Además se procuraba que el sitio seleccionado tuviese buen clima, prefiriendo las tierras templadas o frías en lugar de las cálidas.

El más importante explorador de las tierras del sur fue Fermín López, nacido en Ríonegro, el cual después de estar presente en la fundación de Salamina emigró con su familia hacia el sur, aproximadamente hacia 1837, y se estableció en la región de San Cancio, desde donde después se iría a fundar a Manizales; aquí organizó viviendas, cultivó roza y sementera; pero con el ánimo de salir de la Concesión Aranzazu cruzó el río Chinchiná y llegó a Cartago, señalando de este modo una ruta de colonización hacia Risaralda y el Valle del Cauca.

El Papel desempeñado por Fermín López reviste gran importancia porque tras sus huellas caminaron otras personas que viniendo de diferentes puntos de Antioquia se sumaron al torrente colonizador.

Después de Fermín López hay un nuevo avance colonizador y llegaron a Morro Gacho Manuel María Grisales, Antonio Ceballos, Joaquín Arango Restrepo, Marcelino Palacio y otros muchos. La ruta era la siguiente: de Neira Viejo bajaban al río Guacaica, de aquí subían por una dura pendiente hasta llegar a la Cuchilla del Salao y de aquí hasta el Alto de Chipre. Más tarde hubo otro camino que saliendo del actual Neira seguía a Pueblo Rico, de aquí bajaba al río Guacaica, después a las minas de sal del Guineo, luego a la Linda y por último se dirigía al Alto de Chipre. Cuando los colonos observaban desde Neira el espinazo de la cordillera donde hoy se encuentra el alto de Chipre, veían la forma de un morro gacho; por eso fue el primer nombre que tuvo la región.

Los colonos llegaban provistos de herramientas: barretones, azadones, palas, regatones, güinches (para rozar y desyerbar), calabozos (especie de machete curvo para rozar), hachas, serruchos de mano y largos para aserrar, limas para amolar, todos estos eran elementos fundamentales para colonizar. Pero además los bastimentos incluían mazorcas de maíz amarillo y de maíz capio, talegas con vainas de fríjol, semillas de papa, colinos de yuca, de arracacha y de plátano; en tarritos pequeños transportaban semillas de plantas medicinales y de algunas matas de adorno.

Pero mientras cultivaban la roza y la sementera los colonos se alimentaban de carne de monte ya que abundaban venados, guaguas, gurres, conejos tatabras y pavas.

Además las primeras familias dispusieron del ganado vacuno que estaba remontado en las llanuras al pie de la nieve del Nevado del Ruiz y que había pertenecido presumiblemente, a una comunidad religiosa de Mariquita.

De otro lado los colonos encontraron minas de aluvión en las quebradas y en los ríos, lo que les permitió disponer de recursos para comprar herramientas de trabajo, ropa y semillas, las cuales adquirirían en Salamina y Neira.

Durante los años 1842 - 1848 la región de Morrogacho fue habitada por numerosos colonos que llegaban con sus familias y se situaron en la Linda, El Tablazo, El Guineo, Morrogacho (Chipre), Plan de Morrogacho (La Francia), Sancancio y La Enea.

Desde 1846 los colonos vivían en Neira pero sus parcelas estaban localizadas en numerosas fincas de Morrogacho; aquí producían artículos de subsistencia (maíz, frijol, plátano, yuca, gallinas, cerdos) y compraban en Neira y Salamina la ropa y las herramientas de trabajo.

Por estos años los habitantes de Salamina y Neira tenían un complicado pleito con la empresa González-Salazar y Compañía que alegaba ser la propietaria de los terrenos que se extendían desde Salamina hasta el río Chinchiná; los colonos confundieron el río Guacaica (entre Neira y Manizales), con el Chinchiná y pensaron que si cruzaban aquél se salían del territorio pretendido por González-Salazar y Compañía.

Por estas razones los pobladores tomaron la determinación de fundar una población en Morrogacho; el 6 de julio de 1848 realizaron la llamada "Exploración de los Veinte" ya que estaba integrada por este número de personas propietarias de fincas, aunque también participaron algunos peones.

La siguiente es la lista de estos exploradores considerados fundadores de la ciudad de Manizales: Antonio María Arango, Joaquín Arango, Victoriano Arango, Pedro Arango, José Pablo Arias, Silverio Buitrago, Antonio Ceballos, José María Correa, José Joaquín Echeverri, Nicolás Echeverri, Alejandro Echeverri, Estaban Escobar, Manuel María Grisales, Vicente Gil, Vicente Giraldo, Juan Antonio Gómez, Marcelino Palacio, José María Pavas, Antonio Quintero y Benito Rodríguez.

La Expedición salió de Sancancio o Rastrojos y se dirigió a lo que hoy se llama La Enea y Tesorito, estaban dispuestos a realizar la población en La Enea, en una explanada que encontraron, rozaron el monte pero pensaron que este poblado quedaba por fuera del camino que de Neira conducía a Santa Rosa de Cabal y Cartago.

Buscaron otro sitio en Las Minitas, en la margen derecha de la quebrada de Olivares, aquí rozaron el monte trazaron la plaza y las calles, pero también abandonaron el sitio por quedar por fuera del camino Neira-Santa Rosa de Cabal.

De aquí marcharon hacia la cuchilla de El Carretero en el camino para La Elvira, pero encontraron el lomo de la cuchilla estrecho, poco sólido y falto de agua por lo que decidieron marchar hacia el punto donde hoy se encuentra la Plaza de Bolívar.

No se sabe la fecha exacta de la fundación del poblado ya que no se hizo acta, además la fundación como tal duró varios días; pero de acuerdo con los protagonistas la fundación como tal duró varios días; pero de acuerdo con los protagonistas la fundación ocurrió el mes de septiembre de 1848.

Durante este mes se limpió el terreno y se organizó la "roza de comunidad" o sea el cultivo de maíz y fríjol para alimentarse posteriormente mientras continuaban la "limpia" del terreno. A continuación se demarcó la plaza principal llamada Bolívar, se separó un lote para construir la iglesia y se repartieron los solares para los pobladores.

Toda esta actividad fue dirigida por Marcelino Palacio, Manuel María Grisales, Joaquín, Antonio María y Victoriano Arango, Nicolás, Joaquín y Alejandro Echeverri, Antonio Ceballos, Vicente Gil y José María Osorio, los cuales deben ser considerados como los más importantes fundadores de Manizales.

Se tuvieron en cuenta varios nombres para bautizar la nueva villa: Morrogacho, Guacaica, Palestina y Manizales; pero se impuso este último por la abundancia de la piedra maní que es una roca granítica de color gris, compuesta por mica, feldespato y cuarzo, muy abundante en los ríos de la región.

Por la abundancia de esta piedra la gente decía que la zona era un gran manizal, región de muchos manizales.

Los fundadores se preocuparon por darle vida legal a la joven villa ya que los terrenos estaban siendo reclamados por la empresa González-Salazar y Compañía. En este sentido Marcelino Palacio quien ya se había enfrentado a esta empresa inició intensa campaña para dejar en claro la fundación de Manizales. Para ello habló con don Mariano Ospina Delgado, vecino de Salamina y Diputado de la Cámara Provincial de Antioquia para que presentara un proyecto de ordenanza que considerara la creación del distrito de Manizales.

El proyecto se presentó el 16 de septiembre de 1849, el 1 de octubre se dictó la ordenanza de la fundación y el 12 del mismo mes fue sancionada por el gobernador, Jorge Gutiérrez de Lara.

Después de esta ordenanza fueron nombradas las primeras autoridades del municipio: Antonio Ceballos, primer Alcalde; Antonio María Arango, Juez y como Procurador, Joaquín Arango. Además se eligió el Cabildo (Concejo) el cual empezó funciones el primero de enero de 1850. Se iniciaba la administración municipal.

sábado, 6 de marzo de 2010

LA HISTORIA OCULTA DE UN LIBRO



Las fotos corresponden en su orden a: Gabriel Arango Mejía, Joaquin Arango Gómez, Jesús María Arango Mejía, Luis Abel Arango Gómez y Cecilia Arango Mejía.

Por: Cecilia Arango Mejía.
Guadalajara de Buga, 28 de febrero de 2010

En diciembre de 1911 le envió don Gabriel Arango Mejía el libro de las Genealogías de Antioquia y Caldas a nuestro bisabuelo Joaquín Arango Gómez, con firma y dedicatoria. Don Gabriel Admiraba a nuestro bisabuelo porque él tenía afición por la filosofía, la historia y las genealogías. En varias ocasiones hablaron acerca de estos temas.

Don Joaquín conocía la historia de sus antepasados; la heredó de su padre y de sus abuelos, con orgullo de familia castellana, asturiana y vasca, en especial asturiana; era una herencia ancestral, repetición atávica.

Don Jaoquín desenredaba los parentescos de las familias de Salamina, Manizales, Medellín y los que por aquella época vivían en el Valle del Cauca: Cartago, Tuluá, Buga, Palmira, Cali. Los parientes y amigos le consultaban, especialmente cuando conseguían novio o novia, para saber de que clase de familia venía la persona con quien se iban a casar. Esta era una costumbre boba; lo critico desde mi punto de vista, porque pienso que la persona amada no vale para nosotros por su familia ni por sus títulos o por su posición social; interesa por su carácter y su valor como humano, y esto lo elegimos sin aprobación de otra persona… ¡Bueno! Así eran los abuelos; y estoy comentando las costumbres de otra época.

Don Joaquín, contento con el obsequio, lo colocó en el mejor sitio de su biblioteca. Allí estuvo el libro durante 19 años hasta el 17 de diciembre de 1930. Cien años después de la muerte de nuestro Libertador Simón Bolívar. Murió don Joaquín a la edad de 80 años. Había nacido el 8 de diciembre de 1850.

El bisabuelo don Joaquín dejó el libro con algunos consejos y su elegante firma, a su segundo hijo, Jesús María el mayor de los varones; la mayor de esa familia fue doña Ana Joaquina Arango de Echeverri. Para nuestro abuelo Jesús María, este libro siempre fue una joya de la familia y lo guardó con cariño y respeto hasta el último día de su vida.

Desde noviembre de 1922, doce años después de fundado el departamento del Valle del Cauca, nuestro abuelo vivía en San Bartolome de Tuluá. Seis meses después de enviudar por segunda vez, sufrió un accidente en Sevilla, Valle. Departía con unos amigos y con algunos de sus hijos mayores, cuando cayó el barandal de las gradas donde estaba recostado; se fracturó la columna a la altura de las vertebras cervicales. Esta historia ya la conté en la crónica “Elvia”.

Mi padre lo llevó al nuevo hospital de Manizales, para que pasara cerca de su familia los últimos días. Mi padre estaba joven, tenía buena salud, mucha fuerza y gran temple; podía fácilmente resolver las dificultades y por eso logró llevarlo desde Sevilla hasta la capital de Caldas, venciendo todos los obstáculos que se presentaban en el camino por aquella época. Lo llevó en camilla, en carro y en tren, hasta llegar a esa ciudad blanca, construida por titanes sobre las faldas del volcán nevado del Ruiz.

Por eso se llama “La Ciudad de las Puertas Abiertas”, porque están estas puertas abiertas para todo: para la civilización y para la gente; con caminos y carreteras hacia el norte y hacia el sur de la Cordillera Central, con caminos hacia el occidente comunicándose con el hermoso Valle del Cauca y el océano Pacífico. Hacia el oriente buscando el camino del río Magdalena y el oriente del país. Mirando hacia el cielo, tiene caminos hacia las nieves perpetuas del “León Dormido”, así han llamado a este volcán del Ruiz, porque está tranquilo y aproximadamente cada cien años se despierta, ruge y se sacude dejando destrucción. Pero algunos nietos y tataranietos de los titanes que fundaron Manizales se quedaron en su ciudad, son pocos los que se fueron.

En la madrugada del 9 de agosto de 1933, tranquilo como buen hombre creyente, con ese valor y esa fe que transmitió a sus hijos, nuestro abuelo Jesús María llamó a mi padre para decirle que se acercaba la despedida.

- Hijo, se acerca la hora de mi muerte. Quiero que le diga a sor Luisa Marie que consiga un clavel fresco y agua bendita para que moje mis labios cuando llegue el último momento. Llame al señor obispo monseñor José de Jesús Salazar para que por favor venga a aplicarme los santos óleos.

Después de una pausa continuó:

- Luis Abel, le recomiendo a mis hijos, todos los del segundo matrimonio. Usted sabe que los hijos de mi primer matrimonio todos están casados. Tienen su familia y sus obligaciones, solo usted está soltero, sabe trabajar y a pesar de la devaluación del año 29, usted conserva su patrimonio

Otra pausa y continuó:

- Hijo, no olvide que usted tiene un gran corazón y nos ha ayudado mucho… sobretodo me ha acompañado siempre… en estos momentos tristes, con tanto desconsuelo por mi segunda viudez… y esta agonía que por voluntad del cielo ha durado 103 días… y aquí está usted conmigo; por eso, confiado le pido que vele por mis hijos.

- Tranquilo papá – dijo mi padre- yo los cuidaré porque los quiero, porque llevan su sangre, porque me han demostrado su cariño y yo los he visto crecer. Trataré de guiarlos y ayudarlos.

Así, mi padre Luis Abel Arango Gómez, octavo hijo de don Jesús María Arango Mejía, el 9 de agosto de 1933, a los 28 años quedó convertido en “padre” de once hermanos, los Arango Duque, menores de 18 años. Fue una labor, una tarea difícil pero la cumplió.

Nuestro querido abuelo continuó hablando. Esos momentos difíciles los repitió mi padre varias veces y siempre lo escuché con lágrimas, me conmovía tanto amor de mi padre por su familia; con él aprendí a querer mucho a mis tíos y tías. Toda mi familia tiene un sitio especial en mi corazón.

Esta familia tan numerosa es de las pocas que continúan unidas, a pesar del modernismo, cuando la gente solo piensa en progresar, escalar posición social y avanzar en una forma individual… son pocos los que piensan en los demás, en la gente que los rodea. Pero yo se que en nuestra familia, la mayoría, con excepción de unos cuantos (Afortunadamente pocos)… siempre, ¡siempre! Están listos para ayudar a sus padres, hijos, hermanos, sobrinos y hasta amigos. Son muchas las historias lindas que tengo para contar en estas “crónicas”, con muchos testigos de esas buenas obras, una de tantas es esta:

“Mi tío Hernando contaba que en junio de 1922, a mi papá se le presentó una gran oportunidad de viajar a Inglaterra becado por la familia Rock & Will. Mr. William Rock y Mrs. Mary Beth Will. Luis Abel de casi 17 años era el secretario o algo así como el estafeta de correo de Mr. Rock; este puesto se lo consiguió su abuelo don Joaquín Arango con su amigo el ingeniero Mr. Rock quien llegó a Manizales con su familia para organizar unos parques y construir unas casas de los Arrubla, Isaza, Jaramillo, Palacio, Gutiérrez y Arango, gente adinerada y descendiente de los fundadores; ellos podían construir buenas casas al estilo inglés. Mr. Rock apreciaba y admiraba el talento y los buenos modales de este joven.

- ¡Es un Lord, un señor, un caballero! –decía el míster-además es muy inteligente. Y quiero que se prepare para que sean un gran ingeniero. Tiene madera, disposición para las matemáticas.

Como mi padre era menor de edad, Mr. Rock le pidió permiso a mi abuelo Jesús María para llevarlo a Inglaterra y él se hacía cargo de todos los gastos. Mr. Rock era muy conocido en Manizales y gran amigo de la familia. Así mi abuelo y mi bisabuelo estuvieron de acuerdo: Luis Abel viajaría a Inglaterra con la familia de Mr. Rock.

Pero sucedió algo terrible. En Julio de 1922 fue primer gran incendio de la ciudad de Manizales. El abuelo Jesús María quedó arruinado, se quemaron su casa y sus negocios. Quedó a la deriva con esta calamidad. Mi padre, con gran pesar, renunció a la beca que tan generosamente le daba la familia Rock y Will. Quería ayudar con dinero a su padre y optó por viajar con su hermano José, solo una año mayor que él; viajarían al Valle del Cauca. Sus amigos le decían que este Departamento tenía buenas tierras que necesitaban hombres jóvenes y fuertes para luchar y salir adelante.

En los primeros días de agosto los dos jóvenes viajaron al Valle, a nuestro Valle del Cauca; este sitio donde algunos creen que existió el paraíso terrenal. José de 18 años, los había cumplido el 7 de julio y Luis Abel próximo a cumplir los 17 el 5 de agosto”. Aquí empieza otra interesante crónica porque veo que me estoy apartando de la crónica de la historia oculta de un libro.

Retomando “la historia oculta de un libro”, decía que nuestro querido abuelo continuó hablando con su voz cansada y con muchas pausas:

- Luis Abel, no me quedan bienes materiales y mucho menos dinero. Usted sabe que con la ruina total del incendio del año 22 aquí en Manizales… y luego la crisis mundial del año 29… ahora estoy a un paso de la muerte y sin poder dejar algo a mis hijos… pero, para usted tengo un libro, vale mucho para la familia; usted lo ha mirado y consultado muchas veces, se llama “Genealogía de las Familias de Antioquia y Caldas”.

- Es un valioso legado donde está la tradición de nuestros antepasados. Fue un tesoro para mi padre porque tiene la dedicatoria de su pariente y autor del libro don Gabriel Arango Mejía; un hombre muy importante: historiador, fundador de la Academia Antioqueña de Historia en 1903. Miembro también de la Academia Nacional de Historia y de la Academia de Estudios Genealógicos de la Argentina.

- Don Gabriel viajó mucho a Europa y en España, buscó documentos en notarías, parroquias, etc. Es un hombre de letras, yo lo admiro mucho y lo aprecio. Ese libro tiene gran valor sentimental para mí. Tiene muchos consejos y la firma de mi padre quien también fue un hombre muy importante en Antioquia y Caldas…

A cada momento el abuelo hablaba más pausado, pero continuó:

- No puedo firmarlo, ni escribir consejos, usted sabe que estoy medio muerto desde el día de mi accidente… el libro lo dejé con mi hermana María del Carmen; ella sabe que desde el día de mi muerte usted sería el dueño de ese importante libro. Quiero que mis hijos y mis nietos conozcan nuestras raíces y sepan porqué nuestra familia es tan orgullosa, pues todas las partidas de matrimonio y nacimiento de nuestros antepasados están en las iglesias y notarías de Oviedo, Pravia, San Martín de Arango y la feligresía de Villagonzay en el Valle de Arango en España, lo mismo que en Bilbao, Santander, Pamplona en el país Vasco, parte y norte de España.

-También pueden buscar en la ciudad de Antioquia Vieja, en Medellín, Rionegro, Marinilla, Sonson, Salamina y Manizales en Colombia.

- Con la ayuda de este libro, don Gabriel, mi padre y yo pudimos encontrar el origen de nuestros apellidos, en el libro está subrayado lo nuestro. Mi padre era descendiente de los fundadores, conocía bien toda esta gente que ha poblado la Cordillera Central.

Mi papá cumplió los deseos del moribundo; llegó sor Luisa Marie, con el clavel y el agua bendita. Esta monja francesa era la superiora del moderno hospital de Manizales. Vino de Francia con otras hermanas de la Comunidad de San Vicente de Paul, las del hábito azul turquesa y la corneta blanca; ese sombrero blanco con alas almidonadas que parecen palomas gigantes y distinguen a las hermanas vicentinas.

Sor Luisa Marie apreciaba mucho a mi padre, a mi abuelo y a su familia. Les contaba historias del santo francés fundador de hospitales en París. También contaba historias de Francia, de la revolución, etc. etc. Por eso sor Luisa Marie consiguió rápido lo que el enfermo pedía y también llamó al Obispo de Manizales monseñor Salazar. Era difícil encontrarlo porque tenía mucho trabajo dirigiendo la construcción de la nueva catedral, ese gran monumento que se destaca en medio de las azules montañas. Esa catedral es uno de los monumentos más importantes de Colombia.

Monseñor aplicó los santos óleos a don Jesús María, colocó el aceite consagrado en la frente, en las palmas de las manos y en las plantas de los pies…. para borrar los rastros de la vida pasada. Rezó las últimas oraciones y parece que el abuelo murió muy tranquilo.

En el hermoso cementerio de la “Perla del Ruiz”, ciudad de algunos de nuestros bisabuelos, descansa don Jesús María, nuestro abuelo. Allá lo dejó mi padre en el mausoleo de la familia; su tumba rodeada de muchos monumentos, estatuas, ángeles y cruces de mármol blanco, contrastan con el verde de los pinos, cipreses y araucarias.

Después del funeral, mi padre visitó las familias de Salamina y Manizales. Su tía María del Carmen le entregó el libro de las Genealogías de Antioquia y Caldas. Con el libro, los buenos recuerdos y mejores consejos de su padre, regresó a San Juan para organizar a sus hermanos. Guardó el libro en un buen sitio y allí estuvo hasta el 2 de mayo de 1934, cuando se casó con mi madre Ana Rita Mejía Arango.

Durante toda mi niñez vi el libro muy cuidado, con los libros de mi madre. Para ella ese libro era de gran interés porque también tenía la tradición de su familia.

Lo leí y estuve varias veces conociendo muchas familias de Antioquia, Caldas, Risaralda, Quindío; Valle del Cauca y Bogotá. Aprovechaba todos los viajes y paseos para estudiar en las bibliotecas y centros históricos. Armé un árbol genealógico con un gran dibujo que mi padre y mi madre admiraron y esto me llenó de orgullo. Realcé los dibujos del libro con colores prisma-color, quedó muy bonito, a mi también me gustaba y quisiera mirarlo de nuevo, pero no sé donde quedó.

De mis antepasados heredé el gusto por las genealogías, la historia, filosofía y psicología y quizá heredé también las alergias a los libros viejos, los ácaros, el polvo, el moho, etc., y cada día que abría el “bendito libro”, la nariz se me hinchaba, los ojos se ponían rojos y llorosos, en la cara y las manos sentía escozor. Tuve miedo de una grave enfermedad. Sabía que existían virus, bacterias, infecciones, enfermedades contagiosas y empecé a pensar que ese antiguo mamotreto tenía una colección de enfermedades y tuve miedo de que fuera perjudicial para mí, para mi familia o para mis amigos que querían leerlo. Por aquella época no existían las máquinas fotocopiadoras y al copiarlo a máquina era posible que me contagiara antes de terminar la larga tarea de escribir con los índices, aún no sabía escribir a máquina.

Lo pensé muchas veces y un buen día, mejor digo “un mal día”, me levanté muy temprano, encendí una hoguera en el patio de atrás y allí quemé hoja por hoja el sagrado libro. Cuando terminé, me arrepentí, pero ya era tarde, el mal estaba hecho. Yo misma me consolé pensando: “esto estuvo bien, ¿que tal si alguien se contagia y pasa el resto de la vida con los ojos rojos y llorosos, la nariz hinchada y con escozor en la cara y las manos? ¡Yo sería la responsable!”

Me tranquilicé y no comenté nada en mi casa. Solo lo supieron algunos de mis amigos, amigas y compañeras del colegio. A los que les comenté esta historia oculta me decían:

- ¿Y porqué no me lo reglaste?
- Como iba a hacerlo-respondía- explicando: si pensaba que el libro era peligroso para mí, no se lo iba a entregar a otra persona. A mi me enseñaron que mal que no quieras para ti…. no se lo desees a nadie.

Esa era la regla de oro. Si lo regalaba, sería la responsable del mal que el libro contagiara.

El tiempo pasó y un buen día en el comedor de mi casa mi madre dijo:

-¿Cecy, donde está el libro de las genealogías? Quiero prestárselo a doña Esther de Salazar.
- Lo quemé.
- ¿Que dices? ¿Que pasó con el libro?
- Lo quemé mamá.
- ¡Lo quemé! Repitió mi padre abriendo al máximo sus ojos y levantando las cejas.
- Papá, recuerda que al leerlo se ponían rojos y llorosos mis ojos, mi nariz se hinchaba y sentía escozor en las manos y la cara. Yo creía que ese libro estaba contagiado de alguna infección.
-¡Esa no es una infección, es una alergia! ¡Tu alergia! -dijo mi padre visiblemente molesto- Debiste pensarlo antes de quemarlo. No leerlo más y ya. Problema terminado.
- Pero papá, yo creía que era algo grave.
- Debiste consultarlo.
- El libro era mío –dije para justificarme- tu me lo regalaste.
- Con mayor razón; yo te lo obsequié pensando en que te agrada la historia de los recuerdos de familia. Allí teníamos la firma de don Gabriel, la firma de mi abuelo (de mi papito Joaquín), además mi padre lo apreciaba como un tesoro de la familia; ese libro representaba la herencia de mi padre.
- Perdóname papá, yo pensaba que estaba obrando bien-repetí esas palabras avergonzada y arrepentida-.

Mi papá así lo entendió; además no era hombre de cantaleta. Daba fin a los problemas arreglando lo que se podía arreglar y olvidando lo que no se podía arreglar. Así nunca mas me molestaron con esa historia del libro de las genealogías. Todos sabían que yo sería la persona que más lamentaría la pérdida del libro.

Varias veces le hablé de ese libro a mi primer ahijado y primo Bernardo Mejía Arango; siempre me regañó por ese error y me obligó a escribir la historia oculta de este libro.

Ahora digo con el confiteor: "mea culpa, mea culpa, mea máxima culpa. ¡Por mi gran culpa! "
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NOTA DE BERNARDO MEJIA ARANGO:

En 2003, cuando recién estaba finalizando la recopilación de datos y organización de lo mismos para la elaboración del libro "Genealogía de nuestras familias Mejia Arango y Arango Mejía", mi colega y amigo Alfredo Bohorquez Rios atendió mi encargo de buscar el libro en las librerías de Manizales; finalmente lo consiguió. La copia es de dos tomos y corresponde a la cuarta edición publicada en el año de 1993. Nuestros agradecimientos para Alfredo por su valiosa colaboración. La fotografía del libro que está en la parte superior de esta crónica junto con las fotografías de los personajes involucrado en esta, corresponde a uno de los tomos conseguidos recientemente.